Los precios del petróleo se hundieron el martes a mínimos en ocho meses, en un contexto de preocupación por los desequilibrios entre una demanda débil y una oferta que podría aumentar.
El barril de Brent del mar del Norte para entrega en noviembre se derrumbó 4,86% a 73,75 dólares.
En tanto, el WTI para octubre cayó en picada 4,36% a 70,34 dólares.
«Cuando se ve una sesión así, generalmente se debe a una combinación de factores», resumió Andrew Lebow, de Commodity Research Group.
El primer factor es «la debilidad macroeconómica» ilustrada por varios datos de la economía china, que dan cuenta de una coyuntura de crecimiento anémico en el gigante asiático.
A su vez, el indicador ISM del sector manufacturero mostró que el sector siguió en contracción en agosto.
Esta falta de empuje de las dos mayores economías del mundo golpea el precio de los refinados, que dan un margen de ganancia pequeño a los refinadores, quienes, por lo tanto, reducen el ritmo de producción y utilizan y demandan menos crudo. Esto reduce la demanda de petróleo.
El precio mayorista para la gasolina en Estados Unidos cayó el martes a un mínimo en 14 meses.
Además, la temporada estival termina en el hemisferio norte y eso, tradicionalmente, supone menos refinado de petróleo porque cae la demanda.
La caída se profundizó luego de que la agencia Bloomberg «diera cuenta del reinicio inminente de la producción de petróleo en Libia», detenida por varios días, afirmó Giovanni Staunovo, analista de UBS interrogado por la AFP.
Una mayor oferta de crudo presiona a la baja los precios.
«Si los precios del petróleo siguen bajando, la Opep+ (la alianza entre la OPEP y una decena de países productores, ndlr) deberá tomar una decisión importante», sostuvo Fawad Razaqzada, analista de City Index.
A inicios de junio la Opep+ anunció que podría aumentar su producción a partir de octubre.
Pero el cartel podría dejar que los precios caigan, una elección «dolorosa a corto plazo» según Razaqzada, que podría no obstante diluir «la competencia de los productores estadounidenses de petróleo de esquisto, cuyos costos son altos».
A mediano plazo, explica el analista, esto contribuiría a «estimular la economía mundial y (…) el proceso de desinflación» por baja de precios, «lo cual incitaría a los bancos centrales a bajar sus tasas de interés» y, por consecuente, alentaría la demanda de oro negro.