Sin electricidad para los abanicos no hay quien pueda dar ni recibir clases, y en la comunidad de La Ureña lo saben. Desde hace varias semanas se están viviendo apagones energéticos continuos.
Esto produce una situación insostenible para dar clases de manera normal, pues con las altas temperaturas, el alumnado y profesorado no tienen con qué refrescarse cuando los ventiladores se apagan.
En la Escuela Básica La Ureña reciben clases 441 alumnos, y su subdirectora, Guiomar Roa, cuenta que diariamente se les va la luz, y no vuelve en lo que resta de la jornada.
El Instituto Dominicano de Meteorología registró anteayer una temperatura máxima de 34.5 ºC en la zona donde se ubica La Ureña, en el municipio Santo Domingo Este.
Con un solo inversor, ubicado en la zona administrativa, y que además está dañado, no tienen suficiente energía para mantener los abanicos. De igual modo, no cuentan con un sistema de aire acondicionado.
Indica el Diario Libre que lo mismo ocurre en el Liceo Don Pedro Mir, en el mismo barrio, pues ellos también tienen un inversor, pero todavía no pueden usarlo por falta de baterías. Afirman que, cuando se les va la luz, aprovechan cuanto puedan el aire que les llega desde la costa -por su cercanía al mar- y entra a las aulas.
Lo único que les dicen es que la situación se debe a un mantenimiento en la planta eléctrica. Aún así, tienen que seguir dando clases bajo el calor del Caribe, sin una forma sostenible de mantener una temperatura agradable.
Irritabilidad por la temperatura
Las altas temperaturas afectan directamente a la salud de los alumnos. El pediatra Elbi Morla explica que el calor no solo puede hacer que las personas se sientan cansadas, sino que también puede contribuir a la irritabilidad.
De entre los efectos que pueden sufrir, el doctor destaca la alteración del estado mental y del comportamiento, como los vértigos, mareos, desorientación, delirios, confusión o pérdida de conocimiento y la deshidratación.
«El calor está asociado a tiempos más lentos de reacción y menor capacidad de concentración y función cognitiva. Diversos estudios han encontrado que cuando aumenta la temperatura en el aula disminuye el desempeño de los estudiantes», afirma.
Mientras en un centro educativo palean el calor con la eventual brisa marina, en el otro a los alumnos y profesores les queda solo -como dice una docente- tomar agua y «aguantar»