Más de un año después del inicio de la guerra contra Hamás en Gaza, el ejército israelí enfrenta dificultades para reclutar soldados, y los reservistas están sobrecargados de turnos de servicio.
Unos 300.000 reservistas fueron llamados desde el 7 de octubre de 2023, según el ejército, de los cuales 18,3% estaban exentos por tener más de 40 años. Ese día, el movimiento islamista palestino Hamás llevó a cabo un ataque de envergadura en el sur de Israel que desencadenó la guerra.
El ejército cuenta con unos 170.000 soldados en activo, y el servicio militar es obligatorio para jóvenes de ambos sexos a partir de los 18 años, aunque algunos están exentos por diversas razones.
Israel libra una guerra en varios frentes, contra Hamás en Gaza y contra el movimiento islamista proiraní Hezbolá en Líbano, que dejó 771 muertos y 4.500 heridos entre sus soldados.
Las periodos de reserva se alargaron, una medida que generó protestas entre algunos reservistas, que a veces se quedan más de seis meses seguidos sin poder ver a sus familiares.
«Nos estamos hundiendo», afirmó Ariel Seri Levy en Facebook, en un mensaje compartido miles de veces en redes sociales. Fue llamado cuatro veces desde el ataque del 7 de octubre y critica a quienes quieren que Israel «siga en Líbano y Gaza».
«Es necesario terminar esta guerra porque ya no tenemos soldados», expresó.
Otro reservista, padre de dos hijos, que pidió mantener el anonimato, declaró a AFP que, además del agotamiento físico y moral, «también perdió su empleo».
Muchos trabajadores independientes tuvieron que cerrar sus negocios a causa del conflicto, aunque el Estado asegura una renta mínima para los reservistas.
«Lo colectivo está por encima de lo individual, pero el precio es demasiado alto para mi familia», concluyó, precisando haber pasado casi seis meses en Gaza en el último año.
La conscripción de judíos ultraortodoxos, parcialmente exentos del servicio militar, es un tema central del debate público. Representan aproximadamente el 14% de la población judía de Israel, según el Instituto Israelí de Democracia (IDI), es decir, cerca de 1,3 millones de personas.
Alrededor de 66.000 hombres en edad de servir se benefician de esta exención por dedicarse al estudio de textos sagrados del judaísmo, según el ejército, en virtud de una norma establecida desde la creación del Estado de Israel, en 1948.
– Aliviar la carga de los que sirven –
La Corte Suprema ordenó en junio que los estudiantes de las yeshivás, las escuelas donde se estudia la Torá y el Talmud, sean reclutados, considerando que el gobierno no tenía derecho a eximirlos «sin un marco legal adecuado».
Pero los partidos políticos ultraortodoxos, miembros clave de la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu, exigen que el gobierno apruebe ley que perpetúe esta exención antes de que se voten los presupuestos estatales a finales de año.
El líder del partido Shass (ultraortodoxo sefardí), Arié Deri, declaró en una entrevista que espera que «el problema» (de las convocaciones del ejército de estudiantes de las yeshivás) se resuelva.
El director de teatro Hagai Luber, cuyo hijo Yeonatan murió en combate en Gaza, le respondió en una carta abierta.
«El problema es mi querido hijo Yeonatan, muerto en Gaza hace 10 meses; mi maravilloso hijo Itamar, que combate ahora en Gaza; y mi devoto hijo Elad, que pronto entrará en Gaza (…) El problema es no poder dormir por miedo a otra mala noticia, como una nube negra flotando sobre nosotros», escribió.
Otra carta abierta, firmada por más de 2.000 esposas de reservistas del sector sionista-religioso –que combina la vida religiosa con el servicio militar–, pide «aliviar la carga de aquellos que sirven».
«No hay oposición entre el estudio de la Torá y el servicio militar; ambos van de la mano», declaró al diario Yediot Aharonot la académica Tehila Elitzour, esposa y madre de reservistas.
Seis hombres exentos de ser reservistas, pero que se ofrecieron como voluntarios, murieron en combate entre el 22 y el 28 de octubre, incluido un padre de diez hijos.
David Zenou, un rabino de 52 años que sirvió más de 250 días en uniforme este año -incluyendo varias semanas en Líbano como combatiente-, afirmó: «es un honor servir a Israel y, mientras pueda, continuaré haciéndolo».
«No olvidemos que es una guerra y que nos faltan soldados», agregó el hombre, que tiene siete hijas y seis nietos.