Ya sean seguidores del republicano Donald Trump o de la demócrata Kamala Harris, los votantes estadounidenses están igual de entusiasmados ante la perspectiva de una victoria que parece al alcance de la mano para cada bando al final de una campaña presidencial como ninguna otra.
En la noche del lunes al martes, tanto en Grand Rapids, en el estado industrial de Míchigan y donde el expresidente celebró su último mitin, como en la histórica ciudad de Filadelfia, Pensilvania, donde la vicepresidenta cierra su campaña, cada simpatizante creía en la buena suerte de su candidato, aunque algunos temían una derrota en el último momento o incluso un «fraude».
Mark Perry, sin embargo, no tiene tales dudas.
Para este almacenista de 65 años de Indiana, que fue a animar a su abanderado, «es increíble el apoyo que tiene Trump» en Estados Unidos. Y si el magnate de 78 años perdiera este martes «sería muy sospechoso», declaró a la AFP entre el estruendo de los altavoces y el olor a cerveza a la entrada del Van Andel Arena de Grand Rapids.
– Harris acusada de hacer «trampa» –
«Sería muy difícil de aceptar», añade Jacob Smith, un técnico de calefacción de 41 años que, como el multimillonario republicano y sus millones de votantes, está convencido de que Harris solo puede ganar «haciendo trampa», como habría hecho, según los trumpistas, Joe Biden en 2020.
También Sam Nyambe, financiero de 48 años e inmigrante de Zambia, apoya a Trump a las puertas del recinto con capacidad para 12.000 personas, mientras los vendedores ofrecen gorras alusivas a su lema MAGA (siglas en inglés de «Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo»).
¿Por qué lo respalda? Por los «valores cristianos» del empresario neoyorquino, dice, y su oposición al derecho al aborto.
Más al sur, en el también estado clave de Pensilvania, la noche caía sobre el Museo de Arte de Filadelfia, cuya escalinata Sylvester Stallone hizo famosa en una escena de «Rocky».
El eslogan «Vote for Freedom» (Vote por la libertad) recorre las columnas del edificio, mientras que en lo alto una gran pancarta que dice «Una presidenta para todos» domina el escenario en el que Harris da punto final a su campaña por la Casa Blanca.
«Es alucinante que esta carrera esté tan reñida, porque (Trump) es un convicto y tiene esa manera de hablar de las mujeres…», critica Trish Kilby, de 60 años, que creció en Pensilvania y trabaja en la industria del vino en California.
En las camisetas a la venta en Filadelfia, que estaba invadida por una multitud de simpatizantes, se podía leer «Señora vicepresidenta» con el prefijo «vice» tachado.
– Si gana Trump, «estamos jodidos» –
«Mañana vamos a elegir a la primera mujer presidenta», remarcó a la AFP Luke Little, un camarero de 24 años, si bien se declaró «preocupado».
El mismo sentimiento comparte Robin Matthews, una líder comunitaria de 50 años que se mostraba «cautelosamente optimista pero preocupada». «Si (Harris) no gana, estamos jodidos», lamenta.
Para su hijo Asher, de 16 años, lo que está en juego en estas elecciones históricas se reduce simplemente a «preservar» el «sistema democrático».
Una encuesta realizada en octubre por la radio pública NPR mostró que el 88% de los votantes que apoyan a Trump creen que ha habido fraude electoral en el país, frente al 29% de los partidarios de Harris.
Por su parte, Chuck Lu, un comerciante emigrado a Chicago desde China, afirmó que Harris no podrá ganar sin hacer trampa.
Si entra en la Casa Blanca el 20 de enero, «no habrá sido elegida, sino puesta allí», insistió.
Este clima electrizante de fractura y desconfianza preocupa a Roxana Rohe, una profesora de 42 años que ha venido con sus dos hijas a escuchar a la vicepresidenta.
«Trump ya está diciendo que le robaron las elecciones, incluso antes de que se celebraran», lamentó.