Hubo una época en la que el Estadio Cibao hacía temblar a los rivales, un lugar donde los oponentes sudaban frío y las Águilas Cibaeñas desplegaban su temido vuelo.
Ese campo, conocido como «El Valle de la Muerte», era un verdadero cementerio para los sueños de los equipos contrarios. Pero, ¿qué pasó? ¿Quién dejó abierta la puerta del gallinero?
De miedo a merienda
En lugar de intimidar, ahora el Estadio Cibao parece ser el lugar perfecto para una tertulia entre amigos, donde los rivales entran, juegan, y salen con una sonrisa y tres puntos bajo el brazo. El Valle de la Muerte se ha transformado en el Valle del Relajo, un lugar donde los fanáticos ya no gritan, sino que bostezan.
¿Dónde están las garras?
Antes, las Águilas eran símbolo de poder y orgullo. Hoy, pareciera que alguien les cambió las garras por uñas postizas. Las entradas explosivas y los batazos de miedo han sido reemplazados por rodados inofensivos y ponches que arrancan carcajadas.
El Cibao: Ahora con paquete de «Todo Incluido»
Los equipos visitantes se sienten tan cómodos que hasta parece que les ofrecen un combo VIP: victoria asegurada, tour por Santiago y un pica pollo gratis al final del juego. ¡Ah, cómo han cambiado los tiempos!
¿Milagro o retiro?
Con la temporada casi sentenciada, los fanáticos águilas viven en una eterna contradicción: ¿esperar un milagro o aceptar el retiro digno? Quizás, lo más sensato sería cambiarle el apodo al estadio. ¿Qué tal «El Valle de la Tolerancia»? Al menos así los rivales sabrán que serán bienvenidos con los brazos abiertos.
Reflexión final
Las Águilas deben volver a alzar el vuelo y recuperar el respeto perdido. De lo contrario, el Valle de la Muerte se convertirá oficialmente en el «Valle del Cuento», donde se hablará más de glorias pasadas que de victorias presentes. Por ahora, sigamos riéndonos para no llorar, porque esto, mis amigos, ya es comedia pura.