Si hay algo que caracteriza la radio dominicana es la presencia constante de los llamados «interactivos», esos oyentes que llaman religiosamente a los programas de panel para opinar sobre la actualidad, especialmente sobre política y temas gubernamentales. Sin embargo, más que ciudadanos preocupados por el bienestar del país, en muchos casos estos interactivos responden a intereses específicos, convirtiéndose en una pieza clave dentro del engranaje de la manipulación mediática.
Los mismos de siempre, con el mismo discurso
Cualquiera que sintonice la radio dominicana notará un patrón curioso: los mismos nombres y voces aparecen en distintos programas, a cualquier hora del día, con discursos repetitivos que siempre favorecen a una misma línea política. No importa el tema que se esté tratando, estos interactivos logran darle un giro a la conversación para resaltar las supuestas bondades del gobierno de turno y minimizar cualquier crítica. La imparcialidad brilla por su ausencia, y muchas veces, los argumentos carecen de lógica y coherencia.
¿Opinión o negocio?
En el mundo de la radio dominicana, la espontaneidad de la opinión muchas veces es solo una fachada. Se ha denunciado en múltiples ocasiones que ciertos interactivos reciben pagos para llamar a los programas y promover una narrativa favorable a políticos o funcionarios específicos. Algunos incluso tienen cuotas diarias de llamadas que deben cumplir, sin importar si tienen algo nuevo que aportar o si sus comentarios tienen sentido.
Estos interactivos no solo repiten los mismos mensajes en distintos programas, sino que también se encargan de desviar debates incómodos y atacar a quienes se atreven a criticar al gobierno. Lo que debería ser un espacio de participación ciudadana genuina, termina convirtiéndose en una maquinaria de propaganda financiada con recursos que, en muchos casos, provienen de fondos públicos.
El impacto en la credibilidad de la radio
La presencia de interactivos pagados ha erosionado la credibilidad de muchos programas de radio. Los oyentes más críticos han aprendido a identificar a estos personajes y, en lugar de generar debate real, terminan cambiando de emisora o restándole importancia a la información que se discute. Esto ha llevado a que algunos medios busquen filtrar mejor las llamadas, aunque el problema persiste.
Un llamado a la transparencia
Si la radio dominicana quiere recuperar su papel como canal de expresión auténtico, es necesario que se establezcan mecanismos de control para evitar la manipulación de los interactivos. Las emisoras deben ser más rigurosas con la selección de llamadas y, sobre todo, transparentes con su audiencia. La opinión pública merece un espacio donde las voces sean genuinas y no simples repetidoras de un guion previamente escrito.
Mientras tanto, los oyentes deben desarrollar un sentido crítico ante lo que escuchan en la radio. No todo lo que suena en el aire es espontáneo ni sincero. A veces, detrás de una simple llamada, hay todo un negocio moviéndose en la sombra.