La lucha por la preservación de las Cuevas de Pomier, un tesoro arqueológico y patrimonio cultural de la humanidad, ha sido una batalla intensa liderada por la comunidad de San Cristóbal y medios de comunicación comprometidos con la verdad. Tras una serie de denuncias y movilizaciones, el presidente de la República se vio obligado a intervenir y desplegar fuerzas militares para frenar la explotación de cal que amenazaba con destruir este invaluable sitio.
Un patrimonio en peligro
Las Cuevas de Pomier contienen pictografías prehistóricas que representan una parte fundamental de la historia de la isla. Sin embargo, la extracción de cal en la zona no solo deterioraba las cuevas, sino que también afectaba gravemente el suministro de agua en las comunidades cercanas. Campesinos se vieron obligados a recorrer grandes distancias para acceder al líquido vital, mientras que el polvo y los residuos de cal se esparcían sin control.
El papel de los medios y la comunidad
La denuncia constante de programas de investigación y el activismo de líderes comunitarios fueron clave para poner el tema en la agenda nacional. A pesar de la resistencia inicial de las autoridades y de los intereses empresariales involucrados, la presión mediática y popular logró que se tomaran medidas para preservar lo que queda de las Cuevas de Pomier.
Uno de los momentos más impactantes fue cuando periodistas y activistas intentaron ingresar a la zona para documentar la situación y se les negó el acceso. «Está prohibido grabar, pero explotar las cuevas sí está permitido», denunciaron los comunicadores, resaltando la ironía de la situación.
Impacto ambiental y económico
La extracción de cal no solo afecta las cuevas, sino que también genera un pasivo ambiental considerable. Imágenes captadas por drones mostraron grandes hoyos en la tierra y el incumplimiento de las medidas de remediación ambiental por parte de las empresas responsables. Además, la cal extraída en esta zona se destina en gran medida a Punta Catalina, una central eléctrica que ha sido catalogada como un «barril sin fondo» por la cantidad de recursos que consume sin transparencia en su gestión.
La energía y el abuso de recursos
La lucha por el medio ambiente en San Cristóbal también ha puesto en evidencia otros abusos, como la compra de energía a precios exorbitantes por parte del Estado. Mientras las hidroeléctricas venden el kilovatio hora a 7.5 centavos de dólar, las Empresas Distribuidoras de Electricidad (EDE) compran energía a Car Power Ship a 40 centavos, generando un gasto excesivo que recae en los bolsillos de los ciudadanos.
Además, la ubicación de estas barcazas en zonas protegidas, como los manglares de Puerto Viejo, representa una amenaza para la biodiversidad y la salud de las comunidades locales. Se ha documentado la mortandad de peces y el impacto negativo del uso de búnker C, uno de los combustibles más contaminantes.
Hacia un futuro sostenible
La lucha por las Cuevas de Pomier es un recordatorio del poder que tienen las comunidades organizadas y los medios de comunicación comprometidos con la verdad. La alianza estratégica entre el pueblo y la prensa ha demostrado ser una herramienta eficaz para la defensa de los recursos naturales y del patrimonio histórico.
El caso de las Cuevas de Pomier también ha servido como ejemplo para otras iniciativas, como la propuesta de declarar el río Ozama como sujeto de derecho, lo que permitiría su protección legal ante la contaminación y la explotación indiscriminada. Experiencias en otros países, como España con el Mar Menor, demuestran que es posible otorgar estatus jurídico a ecosistemas vitales y garantizar su preservación.
La comunidad de San Cristóbal ha logrado un importante avance en la protección de su patrimonio, pero la lucha aún no ha terminado. La vigilancia ciudadana y la presión mediática seguirán siendo claves para garantizar que las Cuevas de Pomier y otros recursos naturales sean protegidos para las futuras generaciones.