Cinco décadas han pasado desde el asesinato del periodista Orlando Martínez Howley, un hecho que dejó una huella imborrable en la lucha por la libertad de expresión y los derechos humanos en la República Dominicana. Su muerte, ocurrida el 17 de marzo de 1975, no solo enlutó al periodismo nacional, sino que también evidenció la represión de la época.
Su frase icónica, “Las ideas no se matan”, sigue resonando como un grito de resistencia frente a la censura y la persecución.
Un periodista que no se calló
Nacido en 1944 en Las Matas de Farfán, Orlando Martínez se formó como periodista en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en una década marcada por la agitación política. Si bien militó en el Partido Comunista Dominicano (PCD), su compromiso trascendió la ideología partidaria y se enfocó en el periodismo crítico e independiente.
Desde su columna Microscopio, en el periódico El Nacional, denunció sin titubeos la corrupción y los abusos del gobierno de Joaquín Balaguer. Su pluma directa y audaz lo convirtió en una figura incómoda para el régimen, que no tardó en verlo como un enemigo. “En este país, el que dice la verdad es hombre muerto. Pero hay que seguir diciéndola”, escribió poco antes de su muerte.
Un crimen con sello político
La noche de su asesinato, Orlando Martínez conducía su Lancia azul por la avenida José Contreras, cerca de la UASD. Fue interceptado por sicarios que, sin mediar palabras, le dispararon en la cabeza. Tenía solo 30 años.
El crimen conmocionó a la sociedad dominicana, pero la impunidad reinó por décadas. Durante el gobierno de Hipólito Mejía, en el año 2000, el caso fue reabierto, resultando en la condena de los militares Mariano Cabrera Durán, Rafael Lluberes Ricart y Joaquín Pou Castro. Sin embargo, los autores intelectuales nunca fueron llevados ante la justicia.
Balaguer, en sus memorias, dejó una página en blanco cuando debía referirse al asesinato de Orlando. Nunca habló del caso y llevó consigo los secretos que rodearon la orden de su muerte.
Un legado que trasciende el tiempo
Orlando Martínez se convirtió en un símbolo de la lucha por la verdad. Su figura fue adoptada por sectores de izquierda como un mártir revolucionario, pero quienes lo conocieron aseguran que, en sus últimos años, se había alejado de la militancia partidaria para ejercer un periodismo independiente y comprometido.
El historiador Frank Moya Pons destaca que Orlando optó por una postura crítica hacia todos los sectores de poder, sin ataduras. Mientras que su colega y amigo Juan Bolívar Díaz, recuerda que, antes de ser asesinado, le confesó: “Yo sé que me van a matar. Pero no puedo dejar de escribir”.
El empresario Frank Rainieri, también cercano a Orlando, lo describe como un hombre de gran capacidad de análisis, jovialidad y entereza ética.
Cada 17 de marzo, periodistas, estudiantes y ciudadanos rinden tributo a su memoria en el busto que lo recuerda en la avenida José Contreras. Su mensaje sigue intacto: las ideas no mueren, se multiplican.