El reconocido jurista e historiador Pelegrín Castillo rechazó las versiones recientemente difundidas en archivos desclasificados de EE.UU. que sugieren una supuesta participación directa de la CIA en el ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo el 30 de mayo de 1961.
En una extensa entrevista del periodista José Peguero, Castillo calificó de «perversidad» los intentos de vincular a los héroes del 30 de mayo con intereses extranjeros, argumentando que el régimen trujillista, en su fase final, recurrió a campañas de desprestigio para deslegitimar a quienes lo derrocaron.
Desmontando los Mitos
Castillo destacó que los servicios de inteligencia de Trujillo, especialmente el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), fabricaban expedientes falsos para estigmatizar a sus opositores.
«Era una técnica del régimen: crear informes infames para desacreditar a quienes actuaron contra la tiranía», afirmó.
Sobre la supuesta participación de Antonio Imbert en crímenes previos al ajusticiamiento, Castillo fue contundente: «Eso es una manipulación. Imbert y los demás actuaron por convicción propia, ante la maquinaria de muerte que Trujillo había creado».
La Descomposición Interna del Régimen
El jurista explicó que la caída de Trujillo fue consecuencia de su propia dictadura, marcada por:
- Represión indiscriminada (como la masacre de los expedicionarios del 14 de junio de 1959).
- Asesinatos dentro de su círculo (como el del secretario de Trabajo, Ramón Marrero Aristy, en el Palacio Nacional).
- El atentado fallido contra Rómulo Betancourt (1960), que llevó a sanciones internacionales contra el régimen.
«Trujillo ya estaba aislado. Hasta Balaguer, en un discurso, insinuó que caería ‘como un roble, pero no huiría como Batista'», recordó Castillo.
¿Hubo Conocimiento de EE.UU.?
Aunque reconoció que EE.UU. buscaba sacar a Trujillo del poder, Castillo insistió en que el ajusticiamiento fue obra de dominicanos.
«Los norteamericanos tenían un plan principal (eliminar a Trujillo) y uno secundario (evitar que sus colaboradores quedaran en el poder). Pero los héroes del 30 de mayo actuaron por voluntad propia», afirmó.
Mencionó el papel del general de West Point, Enrique Pérez y Pérez, quien estuvo presente la noche del ajusticiamiento, como posible enlace con intereses externos, pero subrayó: «El mérito es de los dominicanos que arriesgaron sus vidas».
Las Hermanas Mirabal y el punto de quiebre
Castillo también abordó el asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal (25 de noviembre de 1960), rechazando versiones que exculpan a Trujillo.
«Fue orden directa suya. Minerva era una amenaza por su activismo, y el régimen decidió enviar un mensaje de terror», sostuvo.
Conclusión: Una Gesta Nacional
Para Castillo, los archivos desclasificados deben analizarse con cuidado: «No se puede permitir que se minimice el valor de quienes acabaron con una dictadura de 31 años. Fue el pueblo dominicano quien lo logró».
El debate continúa, pero la postura de Castillo refuerza la narrativa histórica dominicana: el 30 de mayo fue un acto de valentía nacional, no un simple episodio de la Guerra Fría.