La repentina muerte de Rubby Pérez, ocurrida durante el colapso del techo de la discoteca Jet Set mientras cantaba en la madrugada del 8 de abril, ha dejado en shock a la nación. Pero más allá del dolor, su filosofía de vida —revelada en una íntima entrevista con el periodista José Peguero en septiembre de 2024— resurge como un testimonio de humildad, conexión con la naturaleza y amor por los seres vulnerables.
En pleno auge de las redes sociales, Rubby sorprendió al convertirse en tendencia no por un escándalo, sino por su devoción hacia Ignacio, un burro de su finca. Lo que algunos medios llamaron «noticia absurda», para él fue una lección de humanidad:
«Nunca imaginé que ese animalito despertaría tanto amor. Él me seguía kilómetros, me esperaba en la puerta… Los burros son inteligentes y sensibles. La gente que decía ‘se lo comieron en salami’ no entendía: estamos perdiendo la sensibilidad hacia los seres vivos», confesó con tristeza.
Cuando Ignacio desapareció, Rubby ofreció una recompensa y recibió apoyo masivo. Detrás de esa historia, había un mensaje más profundo: el respeto a la vida en todas sus formas.
Raíces Campesinas: «Mi abuela me enseñó a pedirle permiso a los árboles»
Nacido en Haina (1956) en extrema pobreza, Rubby aprendió de su abuela a venerar la naturaleza:
«Antes de cortar una hoja, le decíamos: ‘Despiértate, necesito tres de tus hojas’. Hoy tengo mi finca, pero no permití que talaran un árbol. ¡Los defendí con dinero y palabras! La gente depreda sin entender que sin árboles no hay pájaros, ni agua, ni futuro».
Criticó la desconexión moderna: «Estamos enredados en celulares, pero la felicidad está en un sancocho con leña, en el canto de las guineas al atardecer».
«No necesito carros de lujo para ser feliz»
A pesar de su fama, Rubby rechazaba la ostentación:
«Me da vergüenza exhibir lo que tengo. Mamá me decía: ‘Lo que da tu mano derecha, la izquierda no debe saberlo’. ¿De qué sirve un Mercedes si no amas a tu prójimo?».
Vivió con sencillez: compartía su finca con amigos, pescaba (y liberaba peces por compasión), y prefería el olor de la tierra al brillo de los escenarios.
Alerta Ecológica y Social: «Sin merengue, perdemos nuestra identidad»
Rubby fue crítico de la erosión cultural:
«En RD ya no suena merengue en las radios. ¿Cómo defendemos lo nuestro si ni los niños saben por qué la bandera tiene cuatro colores?».
Sobre Haití, fue claro: «Debemos ayudar, pero con orden. No es xenofobia: es proteger nuestra soberanía. Si un huracán destruye tu casa, te doy cobijo… pero no puedo quedarme sin casa por ayudarte eternamente».
Venezuela, Política y Neutralidad
Sobre Venezuela, Rubby evitó tomar partido: «Solo los venezolanos pueden decidir su futuro. Yo canté para todos, sin banderas».
Respecto a la política dominicana, fue claro: «Nunca he cantado para un partido. Mi música es para el pueblo».
Preocupación por la Identidad Dominicana
Rubby alertó sobre la pérdida de valores culturales: «Si desaparece el merengue, perdemos nuestra identidad». Criticó que en RD ya no se escuche merengue en radios y hoteles, mientras otros países preservan su música tradicional.
«México suena a ranchera, Colombia a vallenato… ¿y nosotros? Estamos perdiendo lo nuestro», lamentó.
Haití y Soberanía Nacional
Con preocupación, habló sobre la migración haitiana: «Debemos ayudar, pero con orden. No podemos permitir que nuestra cultura se diluya».
Recordó un discurso de Danilo Medina en la ONU y espera que el gobierno actual defienda la soberanía sin ceder a presiones internacionales.
Su Último Mensaje: «Dios existe en lo simple»
En sus palabras finales de la entrevista, Rubby resumió su credo:
«Disfruten un café de leña, abracen a sus animales, cuiden un árbol. No necesitas drogas ni alcohol para sentir a Dios: está en el rocío de la mañana, en el merengue que nos une».
Hoy, mientras República Dominicana llora a su «Voz Más Alta», esa filosofía perdura. Rubby Pérez no solo cantó merengue: vivió con el corazón abierto y los pies en la tierra.