Este fin de semana fue especial para los conductores de Almuerzo de Negocios. Además de reencontrarse con la calidez y familiaridad de Santiago, la ciudad les sirvió como excusa para reconectar con sus raíces.
Entre anécdotas de abuelos santiagueros, familias cibaeñas y equipos de béisbol —sí, hasta hubo tiempo para recordar la eterna rivalidad Águilas–Escogido—, la conversación fue revelando algo mucho más profundo: la esencia protectora y orgullosa que caracteriza a los santiagueros y al Cibao.
Uno de los temas que más llamó la atención fue el debate sobre el nombre del nuevo centro comercial Santiago Center. Algunos opinan que con el tiempo, como ocurre en Santo Domingo, la gente acortará el nombre. Sin embargo, conociendo lo “etnocéntrico” y celoso de lo suyo que es el santiaguero, hay quienes apuestan a que tarde o temprano le dirán simplemente Ágora Santiago. Más allá de lo anecdótico, esto refleja cómo la identidad local pesa y se defiende.
El problema que pocos se atreven a decir: la crisis de talento en hospitalidad y servicio
Pero no todo fueron risas y recuerdos. En medio de este ambiente tan cálido, surgió un tema preocupante: la grave crisis de talento capacitado en Santiago en el área de hospitalidad y servicio al cliente.
Según los conductores, el auge de nuevos restaurantes, franquicias, hoteles y plazas comerciales ha desbordado la capacidad local de suplir personal calificado. Y aunque hay universidades que ofrecen carreras de turismo y administración hotelera, la realidad es que la oferta de talento no está a la altura de la creciente demanda.
Este no es un problema exclusivo de Santiago, sino un mal nacional —incluso global—, pero aquí se siente más porque el desarrollo está llegando más rápido de lo que se puede preparar gente. La conversación fue clara: ser simpático y hospitalario no es lo mismo que dar un buen servicio.
Compararon el caso dominicano con países como México, Puerto Rico y España, donde a pesar de diferencias culturales, el servicio es profesional, resolutivo y enfocado en la experiencia real del cliente. Aquí, en cambio, muchas veces se prioriza la sonrisa, el carisma y la amabilidad, pero sin el entrenamiento, la preparación o los protocolos adecuados.
¿Cómo resolverlo?
La solución pasa por tres elementos:
1. Formación técnica especializada, con estándares internacionales y protocolos de servicio claros.
2. Actitud profesional, que va más allá de ser simpático: implica compromiso, responsabilidad y enfoque en resolver.
3. Integración de cadenas hoteleras y marcas internacionales, que ya vienen con manuales, procesos y cultura de servicio, para contagiar al mercado local.
Pero, como bien se comentó, formar talento toma tiempo y mientras tanto, Santiago está peleando por atraer recursos humanos del Este y Santo Domingo, e incluso de otros países, para poder mantener su crecimiento.
El gran reto está planteado: que la capital del Cibao, con toda su identidad, orgullo y dinamismo, también logre convertirse en ejemplo de hospitalidad profesional, no solo de cariño y simpatía.