El Lunes Santo es el segundo día de la Semana Santa y representa un momento clave en los últimos días de la vida de Jesús. Tras la entrada triunfal en Jerusalén el Domingo de Ramos, Jesús regresa a la ciudad y realiza un acto contundente: la purificación del Templo. Este gesto, cargado de simbolismo y valentía, marca el inicio de una serie de eventos que desembocarán en su pasión, muerte y resurrección.
El significado del Lunes Santo
Según los Evangelios, Jesús entra al Templo y encuentra a mercaderes y cambistas comerciando en un lugar sagrado. Indignado, los expulsa, diciendo: “Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Lucas 19:46). Este acto no solo fue una crítica al comercio dentro del templo, sino también a la corrupción del liderazgo religioso de la época. Jesús deja claro que la espiritualidad y el culto a Dios no deben estar contaminados por intereses económicos.
Celebraciones y procesiones
En muchas ciudades, especialmente en países de tradición católica como España, México, Colombia y Perú, el Lunes Santo es un día de profunda reflexión y fervor religioso. Las procesiones que se realizan suelen centrarse en pasajes como la purificación del templo o momentos de la pasión que ya comienzan a entretejerse. Las cofradías sacan a la calle pasos que representan a Jesús en momentos de oración o conflicto, y también a la Virgen María en su dolor incipiente.
Un llamado a la autenticidad
Más allá de la tradición, el Lunes Santo nos invita a una introspección sincera: ¿Qué hay dentro de nuestro propio “templo interior”? ¿Qué aspectos de nuestra vida necesitan ser purificados? Este día recuerda que la fe no se vive sólo de forma externa, sino con integridad y verdad en el corazón.