Dormir con los hijos es una práctica común en muchas familias, especialmente durante los primeros años de vida. Sin embargo, surge una pregunta clave para madres y padres: ¿hasta qué edad es recomendable que un niño comparta la cama o habitación con sus padres?
Expertos en pediatría y psicología infantil coinciden en que no existe una única respuesta válida para todas las familias, ya que influyen factores culturales, emocionales y prácticos. No obstante, hay algunas recomendaciones generales basadas en el desarrollo infantil.
Durante los primeros seis meses de vida, incluso hasta el primer año, se aconseja que el bebé duerma en la misma habitación que los padres, pero no en la misma cama. Esto facilita la lactancia materna y permite una respuesta rápida ante cualquier necesidad del bebé, reduciendo además el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante.
A partir del primer año, y especialmente después de los dos años, los especialistas sugieren que los niños comiencen a dormir de forma independiente. Esto favorece el desarrollo de su autonomía, establece límites saludables y ayuda a consolidar hábitos de sueño adecuados.
No obstante, hay casos en los que el colecho se prolonga más allá de esta etapa, ya sea por comodidad de los padres, inseguridad del niño, o por circunstancias específicas como enfermedades, separaciones o mudanzas. En estos casos, los expertos recomiendan acompañar la transición hacia dormir solos de forma gradual y afectiva, sin imponerla de manera brusca.
En definitiva, el paso de dormir con los padres a dormir solo es una transición que debe respetar el ritmo de cada niño, pero también el equilibrio y bienestar de toda la familia. Lo más importante es que esta evolución se dé en un entorno de seguridad, afecto y coherencia emocional.