Cuando decides comprar una propiedad en construcción, uno de los momentos más importantes —y muchas veces subestimados— es la firma y obtención del contrato original de compraventa. Este documento no es un simple requisito, sino la base legal que protege tus derechos y define claramente las obligaciones de ambas partes: comprador y constructora.
Muchas veces, tras pagar el inicial de un 10% o 20%, se firma el contrato inmobiliario, pero ocurre una práctica riesgosa: la constructora se queda con el contrato y no entrega copia al comprador de inmediato. Esto puede dejarte en una situación de vulnerabilidad, ya que el contrato establece no solo las condiciones financieras, sino también los plazos de entrega, penalidades en caso de retrasos y cualquier posible ajuste en el precio de venta.
El contrato firmado representa la primera fecha cierta del negocio. Desde ese momento es que empiezan a correr los plazos acordados. Si no tienes el documento en tus manos, no puedes demostrar cuándo comenzó tu derecho a exigir la entrega del inmueble o reclamar en caso de incumplimiento.
Además, si surgieran eventualidades como retrasos en la construcción o aumentos de precios, será el contrato lo que determinará si la constructora puede o no hacer esos cambios. No contar con una copia limita tu capacidad de defensa y te deja en desventaja frente a cualquier reclamación.
Por todo esto, es fundamental que al momento de firmar, exijas tu contrato original o, al menos, una copia firmada y debidamente sellada. No basta con confiar en el recibo de pago ni en mensajes de promesas verbales. Tu protección real está en el contrato. Llévalo contigo, léelo cuidadosamente, y si no entiendes algún punto, consulta con un abogado especialista en derecho inmobiliario antes de firmarlo.
Recuerda: el contrato es tu escudo en la compra de un inmueble en plano. No firmes a ciegas y, sobre todo, no permitas que tu inversión quede desprotegida.