La República Dominicana ha sido, durante décadas, un terreno de exploración para marcas internacionales de comida rápida. Algunas han logrado quedarse y ganarse el paladar criollo. Pero otras, a pesar de la fama con la que llegaron, no sobrevivieron. Este artículo repasa algunas de las franquicias más recordadas que hicieron ruido al llegar… y que salieron por la puerta de atrás.
Este interesante repaso fue presentado por José Luis Ravelo en su canal de YouTube, donde analiza las razones del fracaso de estas marcas en suelo dominicano, combinando anécdotas personales con observaciones del mercado local.
Una de las primeras en este listado es Short Chicken, que aterrizó en el país a finales de los años 90 con la intención de competir con gigantes como KFC y Pollo Victorina. Su oficina principal estaba en la avenida Tiradentes y también tuvo presencia en plazas comerciales como Plaza Central. Aunque prometía, su presencia duró alrededor de cinco años antes de desaparecer.
Luego llegó Hooters, famosa por su ambiente deportivo, alitas picantes y el factor «visual» que atraía a muchos hombres en EE.UU. Aterrizó en RD en 2010, pero nunca logró consolidarse como un verdadero sport bar. La falta de adaptación y un cambio en las tendencias del público hicieron que cerrara finalmente durante la pandemia de 2020, abandonando su último local en Acrópolis Center.
Uno de los casos más tristes para los amantes de las hamburguesas fue el de Johnny Rockets. Llegaron al país presumiendo del restaurante más grande del mundo, ubicado frente a la PUCMM en la Abraham Lincoln. Pero el sabor nunca igualó al de sus locales en EE.UU., y la franquicia no logró mantenerse, cerrando luego de un traslado fallido a San Bill.
El patrón se repite con Denny’s, el famoso diner americano conocido por sus desayunos. Inició tímidamente en el Aeropuerto Internacional Las Américas, con buenos resultados. Pero en lugar de crecer gradualmente, decidieron construir un edificio de tres niveles con parqueo soterrado en la ciudad. El proyecto resultó insostenible y cerraron en 2019.
IHOP también hizo su intento. Conocido por sus pancakes, se instaló en San Bill en un local de difícil acceso y con precios altísimos para el mercado local. Su ubicación, mal escogida, y la desconexión con las costumbres del desayuno dominicano le pasaron factura. Años después, la marca también se retiró.
Finalmente, Ravelo hace una reflexión clave: muchas de estas franquicias pecaron de soberbia, abriendo locales enormes sin entender el mercado. Y peor aún, no pudieron replicar el sabor ni la experiencia original que la gente conocía de sus viajes al extranjero. Eso, en un país con consumidores cada vez más exigentes y conectados, resultó fatal.
¿Recuerdas alguna otra franquicia que llegó a RD y desapareció? Déjanos tus comentarios y revive esas historias gastronómicas que hoy solo existen en la memoria colectiva.