Durante décadas, la imagen del atleta millonario que lo pierde todo tras el retiro ha sido casi un cliché. Sin embargo, esta narrativa está cambiando gracias a una nueva generación de deportistas que han comenzado a tomar decisiones financieras más inteligentes, incluso desde antes de alcanzar su punto máximo en el terreno de juego.
Los que menos ganan, más enseñan
Una de las reflexiones más poderosas surgidas de una reciente conversación fue que los atletas que menos dinero han generado son, paradójicamente, los que más enseñan sobre finanzas. ¿Por qué? Porque no tienen margen de error.
Mientras una superestrella que firma por 10 años y 200 millones de dólares puede permitirse equivocaciones financieras —pues le quedan años de ingresos garantizados—, aquel que apenas consigue un contrato de un año por un millón debe planificar cada centavo. Y no se trata de un millón «limpio»: tras impuestos, comisiones y gastos operativos, tal vez le quede la mitad. Por eso, para muchos jugadores con carreras cortas, la educación financiera no es un lujo, es una necesidad.
El cambio generacional: de la gallera a la inversión inmobiliaria
A diferencia de generaciones anteriores, los atletas actuales, especialmente los peloteros dominicanos, reciben formación financiera desde las academias. Ya no se trata solo de talento deportivo, sino de saber qué hacer con el dinero cuando este llega. Hace 20 o 30 años, muchos comenzaban a pensar en invertir solo al retirarse; hoy, jóvenes de 26 o 27 años ya manejan múltiples inversiones mientras están en activo.
Un ejemplo claro es el de Carlos Gómez, exjugador de Grandes Ligas, quien ha roto esquemas. Gómez no solo invirtió en negocios inusuales como ferreterías y construcción, sino que también ha inspirado a otros peloteros a seguir su ejemplo. Casos como el de Eduardo Núñez, quien comenzó a guardar parte de su salario por consejo de un compañero, reflejan cómo estas conversaciones entre jugadores están cambiando vidas.
El efecto Alex Rodríguez
Una figura que muchos señalan como punto de inflexión es Alex Rodríguez. Más allá de su legado deportivo, se convirtió en un referente financiero dentro del club house. Compañeros relatan que mientras otros hablaban de juegos o lujos, A-Rod hablaba de inversiones, bienes raíces y finanzas. Algunos lo escucharon, y hoy poseen decenas de propiedades.
Un caso impactante fue el de Ubaldo Jiménez, quien reveló que en un punto de su carrera, compraba un apartamento cada 15 días con su salario quincenal. Esa visión a futuro es la que marca la diferencia entre un retiro en estabilidad y uno lleno de incertidumbre.
Invertir con propósito
Muchos jugadores comienzan cubriendo las necesidades básicas: la casa de su madre, su propia vivienda, una finca soñada. Pero, a partir de ahí, se abren a oportunidades más estratégicas: propiedades en alquiler, fideicomisos, inversiones en la bolsa, e incluso participación en puestos de bolsa en la República Dominicana.
Además, los gastos suntuosos de generaciones pasadas —como fiestas interminables y séquitos de amigos— están siendo reemplazados por celebraciones más personales y sostenibles. Como dijo un jugador: “Es muy diferente hacer una fiesta en tu finca que pagar una mesa al infinito en una discoteca”.
Atener en cuenta
El dinero sigue fluyendo en el deporte, pero la mentalidad ha cambiado. El nuevo atleta no solo entrena su cuerpo, también su mente financiera. Saben que el talento puede ser efímero, pero una buena inversión puede durar toda la vida. Y lo más importante: están aprendiendo a construir un legado más allá del juego.