Los conductores que transitan por la autopista Duarte se han encontrado con una nueva “sorpresa”: la instalación de reductores de velocidad en algunos puntos estratégicos.
Aunque la medida busca frenar los constantes accidentes provocados por el exceso de velocidad, especialmente en zonas como Villa Altagracia, muchos usuarios de la vía expresan su indignación, ya que aseguran que esta no es la solución real a los múltiples problemas que enfrenta la principal autopista del país.
Una autopista en estado crítico
La autopista Duarte, principal arteria vial que conecta Santo Domingo con la región norte del país, arrastra desde hace años un deterioro progresivo. Baches, señalización deficiente, barandas destruidas y falta de iluminación son solo parte del panorama que enfrentan los conductores a diario. A esto se suma la creciente preocupación por las carreras clandestinas de motores que, especialmente en el tramo de Villa Altagracia, se han convertido en un peligro constante, tanto para los participantes como para los demás usuarios de la vía.
Peajes más caros, pero sin mejoras visibles
Para muchos, el reciente aumento en los costos de peaje —con uno nuevo sumado para quienes van y vienen entre la capital y el Cibao— ha sido la gota que derrama el vaso. «Pagamos más, pero seguimos rodando por una autopista en ruinas», comentó un conductor habitual. La molestia se intensifica al ver que, en lugar de un plan integral de mejora, la solución inmediata ha sido colocar reductores de velocidad que, aunque pueden disminuir accidentes puntuales, también generan largas filas, mayor consumo de combustible y más estrés al volante.
Una medida parche frente a un problema estructural
Especialistas en seguridad vial aseguran que los reductores no sustituyen el mantenimiento adecuado de las carreteras, ni la vigilancia efectiva para prevenir imprudencias como las carreras de motores. En Villa Altagracia, la falta de patrullaje continuo ha permitido que estas prácticas ilegales se multipliquen, convirtiendo el tramo en un circuito nocturno para grupos de motociclistas que juegan con la vida a alta velocidad.
¿Qué se necesita realmente?
Los usuarios claman por una solución estructural: repavimentación total de la autopista, mejor señalización, iluminación eficiente, más control policial y educación vial. Mientras tanto, los reductores de velocidad se perciben como un parche más, que lejos de resolver, agrava la ya complicada experiencia de transitar por la autopista Duarte.
A tener en cuenta
La autopista Duarte necesita atención urgente y acciones profundas. No basta con cobrar más peajes ni instalar topes; se requiere una política seria de mantenimiento, seguridad y control. De lo contrario, seguirá siendo una vía de alto riesgo, donde el ciudadano paga por transitar en condiciones que rayan en lo inaceptable.