Siguiendo los pasos de sus padres, la princesa Leonor llega a una nueva escala en Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, cuando su singladura de seis meses a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano está ya cercana a su conclusión. La guardiamarina Borbón toma así el relevo de su padre, el rey Felipe , que estuvo en el país hace apenas unos días para participar en la clausura del XXIX Congreso Mundial del Derecho. Y también de la reina Letizia, que lo visitó por última vez en 2018 como parte de su tercer viaje de cooperación.
Leonor y sus compañeros de tripulación llegan a Santo Domingo tras dejar atrás dos puertos colombianos, Cartagena de Indias y Santa Marta, y cruzar el Canal de Panamá, poco después de protagonizar un emotivo reencuentro con su madre . Tras esta escala tan solo quedará una más en Nueva York, donde probablemente se volverá a reunir con otro miembro de la familia real. En este caso será su abuela, la reina Sofía, quien la reciba en la Gran Manzana.
Pero antes la princesa podrá disfrutar en la isla caribeña de impresionantes lugares de interés histórico que constituyen un atractivo contrapunto a las famosas playas dominicanas y la popular Punta Cana. Su barrio colonial presume de docenas de maravillosos edificios antiguos y un espectacular emplazamiento junto al río Ozama. La capital también cuenta con una vibrante escena foodie y una animada vida nocturna, además de disponer de una gran oferta cultural, con dos magníficos museos, el Museo del Hombre Dominicano y el Museo Prehispánico, dedicados a preservar los artefactos de la civilización taína que prosperó aquí antes de la llegada de Colón.
Los encantos turísticos de Santo Domingo
Detalla Jorge C. Parcero que en el corazón de la ciudad está la Zona Colonial, en cuyas calles adoquinadas sería fácil olvidar que Santo Domingo está en el Caribe. Imprescindible es la visita a la Catedral Primada de América, la más antigua en pie del hemisferio occidental, cuya primera piedra fue colocada en 1514 por Diego Colón, hijo del descubridor. Sin embargo, su construcción no comenzó hasta la llegada del primer obispo, Alejandro Geraldini, en 1521.
Además de los mencionados museos, también merece la pena ver el Museo Alcázar de Colón, de estilo gótico-mudéjar, y el de las Casas Reales, edificado por orden de la Corona de Castilla para establecer las oficinas del gobierno colonial. Y después, un paseo hasta la Fortaleza de Ozama, nada menos que la más antigua de toda América.
El jardín botánico de Santo Domingo cuenta con muestras de flora de todas las zonas de la isla, un pabellón con trescientos tipos de orquídeas e invernaderos de bromelias y plantas acuáticas. Menos autóctono, pero muy llamativo, es su cuidado jardín japonés, con un laberinto de arbustos y una pagoda con bancos a la sombra junto a un arroyo.
Merece la pena también acercarse a Los Tres Ojos, una cueva de piedra caliza al aire libre situada en el parque Mirador del Este. Consta de tres cavernas con lagunas de color azul oscuro conectadas por pasadizos llenos de estalactitas. Al entrar, una larga escalera lleva a los visitantes por un estrecho túnel en la roca, y un camino de cemento en la parte inferior conduce a través de las cuevas. En la tercera, se puede alquilar una pequeña barca para visitar un cuarto ojo, que en realidad es un precioso lago a cielo abierto, lleno de peces.
El sabor y el ritmo de Santo Domingo
En la República Dominicana la comida es más que un sustento, es historia en cada plato, mezclando con esmero influencias de los indígenas taínos con caleidoscópicos sabores africanos, asiáticos y europeos. Imposible no probar el mangú tres golpes, que es el desayuno tradicional de la República Dominicana y se prepara a base de mangú, un puré de plátanos verdes, queso y un sofrito de salami con huevos, cubierto con cebollas moradas encurtidas.
El Malecón de Santo Domingo es el foco tradicional de la vida nocturna, donde se encuentran algunas de las mejores salas de baile de la ciudad. Menos conocidas para los turistas son las discotecas de la avenida Venezuela, donde también hay pequeñas cervecerías, billares y colmados que atraen a los más fiesteros cada noche. Los ritmos predominantes son el son y el merengue perico ripiao.
Si la princesa Leonor y sus compañeros quieren bailar, pueden ir a Jubileo, en el Malecón, una de las discotecas más elegantes de Santo Domingo con música en directo y espectáculos de luz y sonido. El Club Murciélago es más singular y está ubicado en una caverna subterránea. Y el Club LED es una espaciosa discoteca que atrae a un público más joven, con su oferta de música dance.
