Parece que, por fin, los planetas empiezan a alinearse para que República Dominicana tenga su anhelado estadio de Grandes Ligas. El pasado 17 de mayo, la Sala Capitular del Ayuntamiento del Distrito Nacional aprobó un cambio de uso de suelo para los terrenos donde hoy se encuentra el estadio Quisqueya, traspasando más de 118,000 metros cuadrados al Banco Nacional de Fomento de la Vivienda y la Producción (BANFOVI), también conocido como Bantet.
Este cambio de uso de suelo abre las puertas para concebir un ambicioso plan de desarrollo que incluye mucho más que béisbol: oficinas, hoteles, áreas comerciales, centros de convenciones y hasta residencias privadas. Pero, tranquilos, que aún estamos a meses —si no años— de ver una propuesta formal publicada. Aunque existe un anteproyecto, el gobierno dominicano es bien conocido por su ruta crítica burocrática antes de enfrentarse a la opinión pública.
El largo camino de los permisos
El primer paso será presentar el proyecto al Ayuntamiento, seguido por revisiones del Ministerio de la Vivienda, Medio Ambiente, Turismo, CDEE, CAASD y demás instituciones que velan por aspectos estructurales, sanitarios y urbanos. Todo esto antes de siquiera anunciar un lanzamiento oficial.
Tampoco se ha confirmado quiénes serían los socios privados del Estado en esta eventual alianza público-privada. Sin embargo, hace unos ocho meses, una delegación de más de 50 peloteros y expeloteros de Grandes Ligas visitó el Palacio Nacional para conversar sobre el tema con el presidente Luis Abinader. Algunos de ellos podrían convertirse en inversionistas del proyecto.
¿Por qué el Quisqueya?
Aunque en su momento se consideró la Ciudad Ganadera para el nuevo estadio, el gobierno prefirió preservar ese terreno frente al mar para proyectos con mayor valor estratégico. Así, el Estadio Quisqueya se impuso como la única opción viable, pero con una condición de los inversionistas: mayor flexibilidad de uso para garantizar rentabilidad.
Esto generó fricciones con la Ley de Ordenamiento Territorial y las nuevas normativas urbanas del ensanche La Fe, que originalmente impedían modificar el uso de terrenos dedicados al deporte y la salud. Pero finalmente, el partido de gobierno impuso su mayoría en el Concejo de Regidores y habilitó el desarrollo de un complejo deportivo, comercial, residencial y hotelero.
El verdadero reto: hacer rentable el estadio
Uno de los grandes cuestionamientos es si realmente se puede rentabilizar un estadio de Grandes Ligas en una ciudad donde el Estadio Quisqueya, con capacidad para solo 12,000 personas, opera vacío la mayoría del tiempo. Solo los clásicos entre Licey, Águilas y Escogido llenan las gradas.
Además, el calendario invernal es demasiado corto para justificar una mega inversión como esta. Por eso, se contempla convertir el nuevo estadio en un espacio multifuncional, donde el béisbol conviva con conciertos, convenciones, fútbol profesional, comercio y entretenimiento.
Un nuevo estadio para una nueva experiencia
El plan es ofrecer una experiencia distinta: áreas de bares y restaurantes, un hotel con vista al terreno de juego, y conexión directa con un centro comercial. El nuevo estadio probablemente se construya justo al lado del actual, para no afectar el torneo invernal durante la obra.
Y si todo va bien, el proyecto podría expandirse hacia el norte, donde Obras Públicas e Intrant disponen de otros 50,000 metros cuadrados.
¿Y el Clásico Mundial?
Sí, República Dominicana ha coqueteado con ser sede del Clásico Mundial. Pero hay obstáculos: la baja asistencia local, el alto costo de las boletas y la rentabilidad de realizar el torneo en EE. UU. hacen cuesta arriba que MLB elija al país como anfitrión.
Eso sí, el deseo de MLB por llevar el Clásico a Quisqueya es más bien simbólico, una especie de deuda con el país que más peloteros exporta a las Mayores. Pero para lograrlo, es indispensable un estadio moderno, con capacidad mínima de 20,000 fanáticos y estándares internacionales.
Reflexión final
Más allá del estadio, este proyecto busca revitalizar una zona céntrica como el ensanche La Fe, transformar la experiencia del fanático y, sobre todo, hacerlo sin que el gobierno tenga que cargar con la factura. Pero entre regulaciones, burocracia y dudas sobre rentabilidad, todavía hay muchas entradas por jugar.
¿Y tú qué opinas? ¿RD está lista para un estadio de Grandes Ligas o solo estamos construyendo castillos sobre la tierra del Quisqueya?