Hay un tipo especial de personas que se distingue por tener siempre una sonrisa en los labios y una actitud azul en el alma.
Un tipo especial de personas que nunca pasa inadvertido, porque su forma de ser seduce de manera natural a quienes tienen la dicha de estar cerca.
Un tipo especial de personas que permanece en la memoria mucho tiempo después de haber sido conocido.
Hablo de Luis Minier Montero, quien ha emprendido su viaje a la eternidad para compartir sus luces con el universo multicolor de lo infinito.
Luis Minier Montero entregó su talento en Radio Cristal, y en los diarios Última Hora, El Sol, El Nuevo Diario y Hoy.
Desde la década de los setenta, fue formador de corresponsales y periodistas, desde sus funciones como dirigente honorario del Colegio Dominicano de Periodistas.
Luis Minier Montero era una de esas personas inolvidables. De él, recuerdo diez características que lo definían:
- Su actitud como periodista, basada en un compromiso ético inquebrantable y una conducta marcada por la disciplina.
- Lector incansable, siempre con un libro al lado, recorriendo sus páginas en los momentos libres que le permitía el oficio.
- Su voz entonada y hermosa, que usó sobre todo como locutor noticioso en Radio Cristal.
- Su entrega gremial, especialmente desde el Colegio Dominicano de Periodistas, donde luchó junto a Juan Bolívar Díaz y otros colegas por la profesionalización del periodismo.
- Sus consejos sabios y experimentados sobre cómo mejorar los textos que redactábamos cerca de él, en distintas redacciones.
- Sus críticas certeras sobre temas de interés nacional, siempre enfocadas en los aspectos menos evidentes, los que pasaban desapercibidos.
- Su solidaridad con los colegas: desprendido y responsable, siempre dispuesto a defender a quienes compartían con él el espacio laboral.
- Su independencia de partidos políticos e intereses particulares o empresariales.
- Su rechazo firme a las injusticias, expresado con comentarios sensibles y críticos cuando le tocaba manejar noticias difíciles.
- Su calidad humana: una bondad innata, manifestada en su tono de voz sereno y su trato respetuoso hacia todos.