En los últimos años, República Dominicana ha sido testigo de un fenómeno sin precedentes: una expansión masiva del sector de supermercados. Lo que antes era un territorio dominado por cadenas tradicionales y comercios locales, hoy se convierte en un terreno competitivo donde grandes grupos empresariales se disputan cada rincón del país.
Uno de los protagonistas más activos de esta transformación es Grupo Ramos, que anunció su ambiciosa meta de alcanzar 200 tiendas para el año 2030. Esta cifra incluye distintas marcas bajo su sombrilla, como Aprezio, Sirena Market, Tiendas La Sirena y las Multiplazas. Según se discutió en una reciente intervención del comunicador Miguel Brito, este crecimiento apunta a zonas de menor poder adquisitivo, especialmente el sur del país, con formatos más sencillos y enfocados en precios bajos, como es el caso de las tiendas Aprezio.
Estos formatos —más parecidos a almacenes que a supermercados modernos— se caracterizan por locales pequeños, iluminación básica, menos personal, y una oferta de productos limitada pero esencial. En lugares donde antes no era común ver grandes cadenas, este modelo más asequible permite competir en mercados locales con menor infraestructura y demanda específica.
Sin embargo, esta expansión también plantea una amenaza directa a supermercados regionales o tradicionales, como el emblemático Nicasio Toribio en Salcedo, que por años ha sido líder en su zona. Con la inclusión de las tarjetas del gobierno (como la de Solidaridad) en estas grandes cadenas desde la pandemia, muchos consumidores han migrado de los colmados o supermercados locales a estas nuevas opciones de mayor tamaño y mejores precios.
Pero Grupo Ramos no está solo. Según informaciones aún no confirmadas oficialmente, otra importante cadena nacional se estaría preparando para abrir 50 nuevas sucursales, con respaldo de una entidad financiera de gran peso en el país. Si sumamos esos 50 a los 115 que Grupo Ramos proyecta, podríamos estar hablando de al menos 165 nuevos supermercados en el país en menos de 5 años. Todo esto sin contar los movimientos agresivos de cadenas como Supermercados Bravo, Olé, Lama, Iberia o Quillao, este último con una estrategia de expansión agresiva al punto de abrir tiendas justo al lado de la competencia.
La zona oriental de Santo Domingo se ha convertido en un verdadero campo de batalla comercial. En San Isidro y la Av. Ecológica, por ejemplo, se están desarrollando múltiples proyectos: desde centros comerciales como Brisa City Center hasta sucursales de Bravo, Jumbo, Lama, Olé, y el nuevo Sirena Market en la carretera Mella. En otras regiones como Higüey, Puerto Plata o Punta Cana, el avance también es visible, con nuevas sucursales de Bravo, Jumbo y Sirena ya en construcción.
Ahora bien, ¿cuál es el límite?
Como señaló Brito, ningún mercado es infinito. Llega un punto en que la oferta supera la demanda y comienzan los cierres. Así como pasa con los restaurantes —que cuando abren cinco, cierran cinco—, eventualmente lo mismo ocurrirá con los supermercados. Si una ciudad como Moca, que por décadas operó con dos supermercados, recibe de golpe dos más, hay una alta posibilidad de saturación.
¿Será sostenible este ritmo de expansión? El tiempo lo dirá. Lo que sí es seguro es que República Dominicana está entrando en una nueva era de consumo, donde el acceso a supermercados modernos y competitivos ya no será exclusivo de las grandes ciudades, sino de toda la geografía nacional.