Lo que comenzó como una noche de merengue el pasado 8 de abril en Santo Domingo, República Dominicana, terminó en una de las tragedias más devastadoras de las últimas décadas. El popular club nocturno Jet Set, conocido como Club J, se derrumbó repentinamente mientras estaba lleno de clientes, dejando un saldo de al menos 235 muertos, entre ellos 17 ciudadanos estadounidenses, además de decenas de heridos y cientos de familias sumidas en el dolor y la incertidumbre.
Los equipos de rescate trabajaron durante horas entre los escombros de lo que alguna vez fue una vibrante pista de baile. Mientras tanto, los gritos desesperados de familiares y testigos rompían el silencio de la noche.
Una investigación realizada por CNN, basada en fuentes abiertas y testimonios, reveló que el club presentaba graves deficiencias estructurales, que habían sido ignoradas por años. Un análisis del techo determinó que este estaba compuesto por múltiples capas de concreto añadidas con el tiempo, posiblemente como un intento improvisado de frenar filtraciones de agua. Sin embargo, estas modificaciones provocaron que el techo pesara varias veces más de lo recomendado.
Además, imágenes satelitales y de drones obtenidas por medios locales como Somos Pueblo, muestran cómo se fueron añadiendo estructuras adicionales sobre el techo: cobertizos cerrados, ductos, sistemas de aire acondicionado e incluso tanques de agua, lo que aumentó peligrosamente la carga en el centro y extremo sur del edificio. También se descubrió que en 2015 se eliminó una columna de carga durante una remodelación, lo que debilitó aún más la estructura.
El dueño del club, Antonio Espaillat, ha sido arrestado y acusado formalmente de homicidio involuntario y negligencia. Admitió que el edificio sufría constantes filtraciones de agua y que cambiaban plafones regularmente, incluso el mismo día del desastre. Sin embargo, nunca mandó a evaluar de forma profesional la estructura del techo.
Las autoridades dominicanas confirmaron que el edificio fue inspeccionado al menos cuatro veces en los últimos tres años, tanto por bomberos como por personal del Ministerio de Medio Ambiente. A pesar de las advertencias y de un incendio previo en 2023, la fragilidad estructural nunca fue identificada como un riesgo crítico.
Ante la magnitud de la tragedia, el Ministro de Vivienda de la República Dominicana anunció que se realizará una revisión integral de la ley de construcción del país para evitar que se repita una situación similar. Mientras tanto, el caso de Espaillat se encamina hacia los tribunales.
CNN ha intentado comunicarse en reiteradas ocasiones con el propietario antes de su detención, sin obtener respuesta.
Lo ocurrido en el Club J es un triste recordatorio de las consecuencias fatales de la negligencia y la falta de supervisión estructural. Hoy, República Dominicana llora a sus muertos y exige justicia.