El político y líder del partido Generación de Servidores, Carlos Peña, lanzó una contundente advertencia durante una reciente entrevista, señalando lo que considera una amenaza directa a la identidad nacional de la República Dominicana: la inmigración haitiana descontrolada, la expansión del Islam radical y la complicidad de la clase política tradicional y sectores de la Iglesia.
Peña inició destacando la “imposibilidad de una convivencia permanente entre dominicanos y haitianos” debido a lo que describió como “diferencias profundas y absolutas”. Reconoció que el país enfrenta un fenómeno nuevo: la migración no solo de haitianos humildes, sino también de lo que llamó “soldados del Islam”, haciendo referencia a una supuesta radicalización que estaría ocurriendo dentro de sectores migrantes haitianos.
Según Peña, más de 45 mezquitas operan en Haití con financiamiento internacional, y al menos dos ya se levantan en zonas como Verón y Bávaro, donde —afirma— se estarían concentrando inmigrantes con orientación islámica. “El Islam no es solo una religión, es un mecanismo de dominación de los pueblos”, advirtió, al tiempo que señaló que “donde son minoría exigen libertad de culto, pero donde son mayoría, la eliminan”.
En su análisis, también hizo una analogía con Europa, citando el caso de Inglaterra, donde asegura que el crecimiento demográfico musulmán está transformando las decisiones políticas. Advirtió que algo similar podría gestarse en República Dominicana si no se toman medidas drásticas y urgentes.
Crítica a la Iglesia y a la clase política
Peña no escatimó en señalar lo que considera una peligrosa omisión de parte de la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas. “Hemos visto al Vaticano generar noticias falsas y a obispos dominicanos pedir que se detengan los operativos migratorios”, dijo, acusando a estos sectores de haber sido infiltrados por ideologías comunistas, influenciadas por el pensamiento de Antonio Gramsci.
A juicio del dirigente, existe una corriente llamada “teología de la liberación” que “es comunismo disfrazado de cristianismo”, y que ha debilitado el compromiso de las iglesias con la defensa del interés nacional. A diferencia de este panorama, Peña defendió un cristianismo “patriota y nacionalista”, citando incluso ejemplos bíblicos de identidad y resistencia cultural.
Denuncia de un “matrimonio político”
Uno de los puntos más explosivos de su intervención fue la acusación de que en el país no existe un gobierno unipersonal, sino una “diarquía” compuesta por Luis Abinader y Leonel Fernández. Peña aseguró que ambos están comprometidos con la apertura migratoria y reveló un supuesto acuerdo político que trascendería hasta el 2028, similar al escenario de 1996 cuando Joaquín Balaguer respaldó la candidatura de Fernández desde el poder.
Reemplazo poblacional y falta de capacidad militar
Para Carlos Peña, lo que ocurre actualmente en República Dominicana no es solo una fusión cultural o crisis migratoria, sino un “reemplazo poblacional”. Expuso que hay comunidades donde se escucha más creol que español, y aseguró que la estrategia migratoria haitiana responde a una ocupación territorial planificada, avanzando desde el oeste hacia el este del país.
Asimismo, denunció la falta de capacidad militar para responder a una eventual insurrección, especialmente en el Gran Santo Domingo, por el tiempo que tomaría movilizar tropas ante una situación de emergencia. “No tenemos municiones ni logística para sostener tres días de conflicto”, afirmó.
Propuesta de “precio patriótico” y crítica al empresariado
Peña se manifestó en contra de la entrega de permisos laborales temporales a inmigrantes ilegales y criticó a los empresarios que prefieren mano de obra haitiana por ser más barata. En respuesta, propuso un modelo de subsidio estatal para pagar salarios más altos a dominicanos y reducir la dependencia de trabajadores extranjeros. “Eso se llama precio patriótico”, explicó.
Renuncia al dinero público y avance político
Como ejemplo de coherencia, el líder de Generación de Servidores recordó que su partido renunció públicamente a los fondos estatales que reciben los partidos políticos, superando los 50 millones de pesos en este cuatrienio. “Es dinero del pueblo y debe invertirse en salud”, afirmó.
Además, destacó que su partido pasó de la posición 28 a la número 14 en las últimas elecciones, colocándose como la cuarta fuerza política en el plano presidencial.
“La bandera costó sangre”
Al cerrar su intervención, Carlos Peña apeló al símbolo patrio por excelencia: la bandera. Recordó que fue él quien propuso constitucionalmente la inclusión de la Biblia abierta en Juan 8:32 (“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”) en el escudo nacional. Lamentó que el actual gobierno haya eliminado el escudo de documentos oficiales y edificios públicos.
“Esa bandera costó mucha sangre, no podemos permitir que deje de ondear en nuestra tierra”, dijo. Finalmente, hizo un llamado a todos los dominicanos a comprometerse con la defensa de la soberanía nacional, asegurando que, en un eventual gobierno suyo, se restaurarán los símbolos patrios y se frenará el avance de lo que considera una amenaza existencial para la República Dominicana.