Con miles de motocicletas convirtiéndose en una peligrosa presencia dominante en calles y avenidas, el Gran Santo Domingo enfrenta un desafío creciente que pone en jaque la seguridad vial y la tranquilidad de sus ciudadanos.
El problema más perturbador no radica en su alta masificación, sino en la cada vez más preocupante indisciplina e impunidad de la que gozan durante su desplazamiento por las vías públicas, violando toda norma y ley de tráfico, amenazando vidas y la eficiencia del tránsito.
A primera vista, parecería un simple problema de movilidad, pero no es así.
Deralla Guillermo Pérez en el Listín Diario, que se trata de un mal que se desplaza sin castigo día tras día, favorecido por factores que van desde la informalidad y la falta de regulación hasta la tolerancia, e incluso la complicidad de las propias autoridades.
Según los últimos datos disponibles de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), al cierre del año fiscal 2024, el parque vehicular ascendió a 6, 194,052 unidades.
Aunque las cifras para el año 2025 aún no están completas, porque el año está en curso, se ha reportado que entre enero y junio de 2025, la DGII registró el ingreso de 208,168 vehículos nuevos al país.
De estos vehículos nuevos, las motocicletas representan la mayor parte, con un 69% del total.
En general, más de 3.5 millones de motocicletas circulan en las calles del país, lo que representa una parte significativa del parque vehicular total.
Se prevé, basado en el crecimiento constante y la cantidad de vehículos nuevos que ingresan mensualmente, que la cifra total de vehículos registrados en el parque vehicular, para el cierre de 2025, supere los 6.19 millones reportados a finales de 2024.
Un recorrido por las principales vías del Gran Santo Domingo y sus calles laterales sirve de testigo de un patrón de comportamiento de los motociclistas que desafía toda norma de tránsito y sentido común.
Al comportamiento indisciplinado y el desprecio por las reglas de tránsito por parte de los motociclistas se suman graves fallas de seguridad inherentes a estos aparatos de dos ruedas.
Sin luces ni documentos
Es bastante común observar motocicletas circulando de noche sin luces delanteras ni traseras, convirtiéndose en fantasmas invisibles en la penumbra y un peligro mortal para ellos mismos y los demás usuarios de la vía.
Una proporción alarmante de conductores de motocicletas carece de licencia de conducir, matrícula del vehículo o seguro, lo que dificulta la identificación y la asunción de responsabilidades en caso de accidentes.
Maniobras muy peligrosas
La prisa, la falta de educación vial y una percepción distorsionada del riesgo llevan a muchos a realizar maniobras peligrosas como “calibrar la moto”, que no es más que levantar la rueda delantera y circular en la trasera, realizando acrobacias y piruetas.
Otro malestar causado por motoristas se produce cuando ocupan todos y parte de los carriles de las vías, mientras otros vehículos intentan avanzar, generando una serie de problemas y perjuicios significativos para la fluidez del tráfico y la seguridad vial.
La proliferación de los erróneamente denominados “delivery” (en inglés significa entrega, no el que entrega, que si se llama “delivery boy”, el repartidor, en español) ha agravado este problema en las vías públicas.
La práctica común de zigzaguear entre vehículos, adelantar por la derecha e invadir carriles contrarios, poniendo en peligro sus vidas, la de los transeúntes y la de otros conductores, es un causante de estrés a los conductores.
La tendencia a “colarse” por los lados de los vehículos en movimiento, incluso en espacios mínimos, es una constante que genera tensión y riesgo de colisiones.
De igual forma, es alarmante ver cómo se aglomeran en las intersecciones, adelantándose a los vehículos y cruzando la luz roja del semáforo sin reparos, una práctica que parece haberse normalizado.
Otro caso es la ausencia de cascos certificados, una situación que aumenta la probabilidad de lesiones graves o fatales en caso de accidente.
Se estima que más del 55% de las muertes por accidentes de tránsito en el país involucran motocicletas, y de ese porcentaje, una gran mayoría se debe a la no utilización del casco.
Flagrante inacción de la autoridad
Aunque la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana es clara en cuanto a las infracciones y las sanciones correspondientes, su aplicación a los motociclistas es, en el mejor de los casos, inconsistente, y en el peor, inexistente.
La indiferencia de la autoridad es palpable. Es una escena cotidiana presenciar a agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) observando pasivamente las violaciones de los motociclistas, sin intervenir para detener o fiscalizar.
Esta pasividad alimenta la percepción de impunidad y refuerza el comportamiento irresponsable de los conductores de motos.
Persiste un testimonio abrumador de los ciudadanos, quienes observan a diario cómo algunos agentes permiten el cruce de la luz roja y que cometan infracciones flagrantes sin consecuencia alguna.
Por esto, entienden que este actuar socava la confianza pública en la autoridad y la eficacia de la ley.