En una jugada geopolítica y comercial de alto impacto, Brasil y China han anunciado un ambicioso proyecto ferroviario que podría cambiar radicalmente la conectividad en Sudamérica: un tren bioceánico que unirá el litoral atlántico brasileño con el puerto de Chancay, en Perú, ubicado sobre el Océano Pacífico.
El anuncio se realizó en Brasilia con la firma de un memorándum de entendimiento entre la empresa estatal brasileña Infra S.A., dependiente del Ministerio de Transporte, y el Instituto de Planificación e Investigación Ferroviaria de China. El acuerdo marca el inicio de los estudios técnicos, económicos y ambientales para la construcción de un corredor ferroviario de aproximadamente 3,000 kilómetros.
Este megaproyecto conectará el Atlántico con el Pacífico, atravesando el Amazonas y pasando por Bolivia o el sur de Perú, hasta llegar al moderno megapuerto de Chancay, operado por la empresa china Cosco Shipping Ports. La finalidad es clara: facilitar la salida de productos sudamericanos —como soya y minerales— hacia Asia, acortando las rutas marítimas actuales y reduciendo costos logísticos.
Aunque el proyecto no es nuevo —se remonta a conversaciones iniciadas en 2014 durante los gobiernos de Dilma Rousseff (Brasil), Ollanta Humala (Perú) y Evo Morales (Bolivia), junto a China—, este nuevo paso formal marca el reinicio de una iniciativa estratégica para el comercio intercontinental
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El memorándum no implica el inicio inmediato de la construcción, sino que establece el compromiso de ambas partes para definir el trazado, los impactos ambientales, los costos y los modelos de financiamiento. Se espera que los estudios concluyan en 2026, cuando se determinará la viabilidad final del proyecto.
China también inaugura el aeropuerto más grande del mundo
En paralelo al anuncio ferroviario, China continúa su ofensiva global en infraestructura con la inauguración del aeropuerto más grande del mundo: el Aeropuerto Internacional de Daxing, en Beijing. Diseñado por la renombrada arquitecta Zaha Hadid, este aeropuerto futurista permite reducir el tiempo de conexión entre puertas a tan solo 8 minutos a pie, y está preparado para recibir más de 100 millones de pasajeros al año.
Con siete pistas y conexiones ferroviarias integradas de alta velocidad, el aeropuerto busca consolidar a China como un hub global de transporte aéreo y logístico.
Con ambos proyectos, queda claro que el gigante asiático sigue apostando fuerte por el dominio estratégico de rutas comerciales, mientras Sudamérica comienza a integrarse en esta red con obras que podrían cambiar su destino económico y geopolítico.