Aunque el recién inaugurado edificio de parqueos en la Zona Colonial ha sido presentado como una solución moderna para organizar el tránsito, varios comerciantes no lo ven con tanto entusiasmo. Para ellos, en lugar de alivio, representa una nueva preocupación: la posibilidad de perder a sus clientes habituales.
El dilema detrás del concreto
El nuevo parqueo de seis niveles, con capacidad para más de 350 vehículos, ofrece vigilancia, sistema digital, y espacios para bicicletas y motocicletas. Desde fuera, parece una gran obra para una ciudad que lucha contra el caos vehicular. Pero desde dentro del corazón comercial de la Zona Colonial, el panorama es otro.
Dueños de tiendas, galerías y restaurantes se sienten desplazados. Según varios de ellos, las restricciones de parqueo en calles cercanas como Las Damas han provocado una caída estrepitosa en la llegada de visitantes. «La gente no quiere caminar cinco cuadras para comprar una pulsera», comentó uno de los vendedores afectados.
Una solución que llega tarde
Muchos se quejan de que antes de prohibir el parqueo en las calles principales, debió haberse completado y habilitado este nuevo estacionamiento. Ahora, dicen, la clientela disminuyó tanto que será difícil recuperarla, incluso con el edificio operativo. Algunos afirman haber perdido más del 70?% de sus ingresos en los últimos meses.
Además, las obras y cierres en vías clave han complicado aún más el acceso. Para algunos clientes, visitar la Zona Colonial se ha convertido en un desafío logístico.
¿Orden o obstáculo?
Las autoridades defienden el proyecto como parte de un plan mayor para ordenar la movilidad urbana. Sin embargo, para los comerciantes, no basta con estructuras modernas: hace falta una planificación que no los saque del juego.
Muchos coinciden en que es posible modernizar la ciudad sin perjudicar la vida económica que le da color y alma a sus calles coloniales.