Uno de los grandes sucesos teatrales 2025 que se suma a una constelación de producciones que evidencian que el teatro dominicano cuenta con un público consciente, exigente y comprometido
Hay teatro. Hay mal teatro. Hay buen teatro. Hay teatro excepcionalmente bueno. Hay obras que se convierten en experiencias inolvidables. Y luego está… El retrato de Dorian Gray.
Cuando supimos —gracias a los maravillosos gestos de la casualidad— que se preparaba la presentación de este montaje, nos asaltó la certeza de que lo que vendría sería un suceso para la escena teatral dominicana. Y así ha sido.
Este montaje nos ha deslumbrado en cada uno de sus parlamentos, nacidos de una creatividad literaria superior, de un autor que —Oscar Wilde— es un ser escapado a voluntad de los esquemas y estereotipos que establecían la normalidad de su época, y cuya obra ha trascendido hasta los límites de la existencia física.
Como producción escénica, El retrato de Dorian Gray es impecable en cada aspecto: una selección precisa del texto —la única novela de Wilde—, una cuidada adaptación, la dirección de Manuel Chapuseaux, y una determinación acertada en la elección de los talentos. Destaca la sorprendente decisión de convocar a Giamilka Román (como Dorian Gray) para interpretar un papel masculino, así como la elegante y sarcástica fluidez de José Roberto Díaz (como el irónico y expresivamente denso Lord Henry Wotton) y la firme interpretación del joven actor Jovany Pepín (como el pintor Basil Hallward). El vestuario de época, cuidadosamente diseñado y confeccionado (aunque con algunos detalles perfectibles), completa el cuadro visual.
A ellos se une Cindy Galán (como Sibyl Vane y El Retrato), quien vuelve a confirmar su compromiso con la escena en dos roles que, aunque parecen secundarios, poseen una trascendencia que va más allá de lo que sugiere la ficha técnica.
Giamilka Román, actriz y productora de amplia trayectoria, asumió este reto y ofrece una caracterización que llena el escenario. Su rictus actoral impacta y conecta con la platea. Brillante, simplemente brillante, la forma en que transmite los parlamentos de la novela de Wilde.

José Roberto Díaz asume un protagonismo igualmente brillante, gracias a la fuerza de sus textos y el dominio gestual de su personaje.
Uno de sus diálogos resume la estatura literaria que emana desde el escenario:
“Porque influir en una persona es darle la propia alma. Esa persona deja de pensar sus propias ideas y de arder con sus pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que los pecados existen, son prestados. Se convierte en eco de la música de otro, en un actor que interpreta un papel que no se ha escrito para él. La finalidad de la vida es el propio desarrollo. Alcanzar la plenitud de la manera más perfecta posible, para eso estamos aquí. En la actualidad, las personas se tienen miedo. Han olvidado el mayor de todos los deberes: lo que cada uno se debe a sí mismo. Son caritativos, por supuesto. Dan de comer al hambriento y visten al desnudo. Pero sus almas pasan hambre y ellos mismos están desnudos. Nuestra raza ha dejado de tener valor. Quizás nunca lo haya tenido. El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: esas son las dos cosas que nos gobiernan. Y, sin embargo…”
La coreografía teatral, bajo la responsabilidad de María Emilia García Portela, adquiere una importancia determinante en el desenlace, con una danza simbólica que resuelve de forma inteligente el final de la historia. Todos los que conocemos la novela nos preguntábamos cuál solución escénica se elegiría. La respuesta es tan estética como efectiva.
El diseño de iluminación de Lillyana Díaz hace un silencioso pero contundente aporte a las densidades dramáticas del montaje.
Las funciones de esta obra, que vuelve a escena el próximo fin de semana, han tenido tal demanda que se encuentran casi agotadas, al punto de que debió abrirse una venta adicional.
El retrato de Dorian Gray es uno de los grandes sucesos teatrales de 2025 y se suma a una constelación de producciones que evidencian que el teatro dominicano cuenta con un público consciente y comprometido que respalda este quehacer artístico.
Ficha técnica
Título: El retrato de Dorian Gray
Autor: Oscar Wilde
Adaptación, musicalización y dirección: Manuel Chapuseaux
Producción y escenografía: Giamilka Román
Diseño de luces: Lillyana Díaz
Coreografía: María Emilia García Portela
Mobiliario: El taller de José Roberto Díaz
Vestuario: Minerva Hernández Placencia
Diseño y realización de máscaras: René Guzmán (ARKES)
Elenco:
Giamilka Román (Dorian Gray),
José Roberto Díaz García (Lord Henry Wotton),
Jovany Pepín (Basil Hallward),
Cindy Galán (Sibyl Vane y El Retrato),
Génesis Brito y Raymal García (Figuras 1 y 2).