SANTO DOMINGO.– Lo que alguna vez fue anunciado como una solución vial para descongestionar uno de los puntos más críticos de la capital dominicana, se ha convertido en un símbolo de la desesperanza y frustración ciudadana: las obras del Kilómetro 9 en la Autopista Duarte siguen sin concluir, pese a años de espera y múltiples promesas gubernamentales.
Transitar por esta intersección se ha convertido en una odisea diaria para miles de ciudadanos. La zona, que conecta importantes vías como la Autopista Duarte, la avenida Luperón, la John F. Kennedy y la Prolongación 27 de Febrero, ha sido objeto de intervenciones desde hace años, pero la culminación de los trabajos sigue sin fecha clara.
Los trabajos iniciaron con entusiasmo y promesas de modernización, pero el tiempo ha pasado y lo que reina es el polvo, los escombros, el desorden vehicular y la incertidumbre. Comerciantes y residentes de la zona aseguran que la situación les afecta directamente: los negocios han visto disminuir su clientela, mientras los ciudadanos deben convivir con el ruido, la suciedad y el peligro que implica una obra inconclusa de esta magnitud.
Aunque las autoridades han ofrecido explicaciones técnicas, los transeúntes y conductores solo piden una cosa: resultados. La falta de continuidad, los retrasos presupuestarios y los cambios en la planificación han convertido este proyecto en una especie de laberinto administrativo.
“Esto ha sido una pesadilla. Llevamos años esperando que terminen y cada vez que preguntamos, la respuesta es que pronto”, comenta un chofer de carro público que diariamente batalla con el caos vial en la zona.
El Kilómetro 9 es un punto estratégico de entrada y salida del Gran Santo Domingo. Su deterioro e ineficiencia afectan no solo a los capitalinos, sino también a quienes vienen desde el Cibao, el sur o el oeste del país.
Mientras tanto, la paciencia de la gente se agota. La obra, que se suponía mejoraría la movilidad y reduciría el tiempo en los tapones, hoy representa un retroceso en la calidad de vida de quienes transitan por allí. La gran pregunta es: ¿hasta cuándo se extenderá esta espera?