Los $2,500 millones de pesos desaparecieron de la Cooperativa CooHerrera a través de un sofisticado esquema Ponzi y una serie de manejos fraudulentos orquestados por sus directivos, en particular por su administrador general y el empresario Gabriel Borsilea.
Aquí se detalla cómo se esfumó el dinero:
- Atracción por Intereses Irrealmente Altos: CooHerrera ofrecía un 7% de interés anual sobre los depósitos, pagaderos mensualmente. Esta tasa, significativamente más alta que la banca tradicional, atrajo a miles de ahorristas, desde personas humildes hasta individuos con grandes patrimonios y otras instituciones.
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Falta de Fiscalización y Lavado de Activos: Al estar regulada por el IDECOOP y no por la Superintendencia de Bancos, CooHerrera no realizaba la depuración habitual de la procedencia de los fondos. Esto permitió que se depositaran grandes sumas de dinero, incluso en dólares, sin un control adecuado, lo que facilitó el lavado de activos y la entrada de dinero de origen desconocido.
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Control Total de la Administración: El administrador de la cooperativa, a partir de 2009, fue colocando a familiares y personas de confianza en puestos clave del consejo de administración, gerencia de crédito, gerencia general y auditoría. Esto le permitió manejar los fondos de los socios como si fueran propios, aprobando préstamos y decisiones sin un verdadero escrutinio.
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Esquema Ponzi con el Empresario Gabriel Borsilea.: A partir de 2018, Borcilea, a través de cuatro empresas (de comunicación, inmobiliaria y deporte, entre otras), se convirtió en el intermediario para captar grandes inversionistas. Su estrategia era la siguiente:
* Préstamos con garantía pero sin transferencia de bienes: Borcilea ofrecía a las personas con patrimonio (apartamentos, villas, yates) la opción de obtener préstamos millonarios por sus bienes.
* Certificados de préstamo en lugar de dinero físico: En lugar de desembolsar el dinero en efectivo, CooHerrera emitía un «certificado de préstamo» por el valor del inmueble o bien dado en garantía. Este certificado tenía una vigencia de al menos un año.
* Pago de intereses con dinero de nuevos ahorristas: Los ahorristas que tenían estos certificados «recibían» el 7% de interés mensual, pero este dinero no provenía de una actividad productiva real de la cooperativa, sino de los nuevos ingresos de otros ahorristas. Esto es la característica fundamental de un esquema Ponzi: se paga a los inversores antiguos con el dinero de los nuevos.
* Ausencia de traspaso de propiedades: A pesar de ser la garantía de los préstamos, las propiedades (inmuebles, vehículos, yates) nunca fueron transferidas legalmente a nombre de CooHerrera, ni se registraron oposiciones a venta o hipotecas que impidieran a los prestatarios disponer de ellas. Esto significa que la cooperativa no tenía posesión real ni control sobre los bienes que supuestamente garantizaban sus préstamos.
* Ingresos desviados: Los ingresos generados por la administración de estos bienes por parte de las empresas de Borcilea no entraban a la cooperativa, sino que se desviaban.
- Simulación de Operaciones Financieras: Para ocultar el desfalco, los directivos de CooHerrera utilizaban documentos falsos como garantías para préstamos millonarios que nunca se pagaban. Además, simulaban reestructuraciones de préstamos mensual y anualmente para hacer que los balances financieros de la cooperativa parecieran positivos, cuando en realidad las cuotas de los créditos no se pagaban. También creaban «créditos falsos» que se desembolsaban en las cuentas de los socios que participaban en la red criminal, quienes luego simulaban la apertura de «certificados financieros a plazos (sin respaldo económico)», cuyos intereses sí eran retirados en efectivo o usados para pagar nóminas de las empresas de la red.
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Testaferros y Falta de Control Interno: Se utilizaron testaferros, incluyendo familiares (primos, tíos, sobrinos), que firmaban por valores importantes pero no recibían los beneficios económicos. Esto era un «testaferrato hueco» o «pitufos», diseñado para ocultar a los verdaderos beneficiarios y dificultar el rastreo del dinero. La falta de comisiones de veeduría y un control interno real permitieron que estas operaciones fraudulentas se llevaran a cabo sin objeciones.
Como resultado de este entramado, CooHerrera acumuló miles de millones de pesos en «préstamos» y «certificados» que no tenían un respaldo real, y el dinero de los ahorristas fue desviado, dejando a más de 30,000 socios sin sus ahorros.