Jarabacoa, República Dominicana –** El pasado 30 de marzo, en la comunidad de Los Tablones, Manabao, provincia La Vega, desapareció un niño de apenas tres años: Roldany Calderón. Desde entonces han transcurrido cuatro meses sin que se tenga rastro alguno del menor. Ni una prenda, ni una huella, ni un solo testigo que ofrezca información clara. ¿Cómo es posible?
¿Y las herramientas del Estado?
Desde el primer día se desplegó un operativo que incluyó la Policía Nacional, Defensa Civil, Ministerio Público, bomberos y hasta un batallón especializado del Ejército. Utilizaron drones, cámaras térmicas, perros entrenados, helicópteros y recreaciones del hecho. Sin embargo, a pesar de toda esa aparente tecnología y movilización, no ha aparecido absolutamente nada.
Esto lleva a una pregunta ineludible: ¿tienen realmente las autoridades las herramientas necesarias para resolver un caso como este?
Padres en desesperación… y en duda
La familia de Roldany, representada por su abogado Ramón Cabral, ha manifestado públicamente su decepción ante la falta de resultados. Aseguran que han tenido que hacer sus propias investigaciones, recolectar versiones de los testigos y analizar inconsistencias, debido a que las autoridades, según ellos, no han profundizado como se esperaba.
Si bien es cierto que se han hecho allanamientos, interrogatorios y operativos, los padres no entienden cómo con tantas personas presentes el día de la desaparición, y con tanta supuesta tecnología a disposición, no se tenga una sola pista que conduzca a su hijo.
¿Qué está fallando?
El caso ha encendido alarmas en la sociedad. Si con todos los recursos del Estado no se puede localizar a un niño que desapareció en una comunidad relativamente pequeña, entonces ¿cuán protegidos están los demás niños del país? ¿Hay protocolos eficaces? ¿Existe capacidad real para actuar ante emergencias de esta naturaleza?
Este caso no solo representa una tragedia para una familia, sino también un fuerte cuestionamiento a las instituciones responsables de la seguridad, la justicia y la respuesta ante desapariciones.
A tener en cuenta
La desaparición de Roldany Calderón no puede quedar impune ni en el olvido. Cuatro meses sin pistas no deben considerarse «parte del proceso», sino una falla grave del sistema. Porque si en este país un niño puede desaparecer sin que aparezca una sola pista… ¿qué más podría pasar sin que nadie lo note?
La pregunta sigue en el aire, y la esperanza de la familia se mantiene, aunque cada día pesa más el silencio de las autoridades.