A nadie le sorprendió. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quedó ya habilitado para reelegirse indefinidamente. El Congreso, bajo su control, le allanó el camino con una reforma constitucional que consolida su poder total.
Sus críticos lo ven como un golpe mortal a la democracia; sus seguidores, necesario para no volver al terror de las pandillas.
Cinco claves para entender cómo el autoproclamado «dictador cool» llegó hasta aquí:
1. Hartazgo
Bukele es expresión del rechazo al bipartidismo de derecha e izquierda que no resolvieron los graves problemas del país: la pobreza y las pandillas, dijo a la AFP el analista político Ricardo Navarro.
«Las maras extorsionaban a todos. La gente estaba cansada, decepcionada de los gobiernos anteriores. Eran los mismos de siempre, eso le permitió ganar en 2019 y rápido (52% de votos). Había hartazgo», subrayó.
Las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 llegaron a controlar el 80% del territorio y la tasa de homicidios era de 51 por cada 100.000 habitantes en 2018.
Según una investigación del diario digital El Faro, Bukele se valió de un pacto con las maras para que, por dinero y beneficios para pandilleros encarcelados, redujeran los asesinatos y pidieran el voto para él en las comunidades. El presidente lo niega tajantemente.
2. El Congreso, la llave
Con un Asamblea Legislativa adversa cuando llegó al poder, Bukele, amante de los golpes de efecto, irrumpió con militares en 2020 en el parlamento para exigir la aprobación de un crédito para su política de seguridad.
Para Celia Medrano, consultora internacional sobre política pública, esa es «la expresión más clara de la militarización de la política» que le ayudó a empoderarse.
Publicista con una aceitada maquinaria mediática, Bukele logró en 2021 que su partido ganara la mayoría en el Congreso y pudo cambiar a magistrados y fiscales que se le oponían. No hay un solo proyecto de ley que le hayan rechazado desde entonces.
«Ha eliminado a la oposición política con una combinación de maniobras legales, intimidación militar, control de los medios de comunicación y políticas populares como la represión de las pandillas», opinó la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
3. Régimen de excepción
Tras 87 muertos un fin de semana en marzo de 2022, Bukele declaró su «guerra» antipandillas e impuso un estado de excepción bajo el que han sido detenidas 88.000 personas acusadas de pandilleros o cómplices.
Según el gobierno, los homicidios cayeron a 1,9 por cada 100.000 habitantes en 2024. Pero oenegés como Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW) o Cristosal, denuncian torturas y miles de arrestos arbitrarios.
«El régimen de excepción le permitió aumentar la popularidad y al mismo tiempo establecer una amenaza para cualquiera que critique o se anime a disentir», dijo a la AFP Juan Pappier, subdirector para América de HRW.
Una encuesta de junio de la Universidad Centroamericana (UCA) señaló que un 60% de salvadoreños defiende el régimen de excepción.
«Había muchos mareros y este presidente los puso en su lugar. Sería buena» su reelección, declaró Federico Quintanilla, un septuagenario vendedor de lotería.
«Hablar de apoyo popular (…) donde seis de cada diez salvadoreños manifiestan temor de expresar su opinión sobre el gobierno, no es más que una ficción», matizó Medrano, al referirse a otro dato de la misma encuesta.
4. Reelección «inconstitucional»
Pese a que la reelección estaba prohibida en la Constitución, magistrados -nombrados por su partido- interpretaron la ley y le permitieron postularse.
En la cima de su popularidad, fue reelecto en febrero de 2024 con un 85% de votos, pulverizó a la oposición y obtuvo un dominio casi absoluto del Estado. De los 60 diputados, 57 son oficialistas.
«Aquí es donde años de manipulación constitucional gradual conducen al desmantelamiento de la democracia. Al capturar las instituciones, silenciar a los críticos y reescribir la Constitución, ha creado un sistema electoral autoritario», dijo WOLA.
Hace unos meses, el Congreso aprobó la vía expedita para reformar la Constitución, como ocurrió el jueves.
5. El «amigo» Trump
La vuelta al poder de Donald Trump le dio un nuevo aire. Su lealtad hacia el presidente de Estados Unidos la selló al mantener cuatro meses encarcelados a 252 venezolanos deportados por Washington.
«Sabe que Trump no le pondrá límites y que está completamente dispuesto a hacer la vista gorda ante la destrucción de la democracia salvadoreña», comentó Pappier.
Para el director de Cristosal, Noah Bullock, «Bukele se siente de alguna manera blindado por su asocio» con Trump.
Envalentonado por esa relación, el gobierno detuvo este año a defensores de derechos humanos y forzó a periodistas, activistas y oenegés como Cristosal al exilio.