
En el año 2005, Reebok era una marca imparable. Con contratos exclusivos en las ligas deportivas más importantes de Estados Unidos (NBA, NFL, MLB, NHL) y una lista de íconos que incluía a Shaquille O’Neal, Allen Iverson y Tom Brady, parecía destinada a reinar junto a su archirrival, Nike. Sin embargo, su ascenso meteórico fue seguido por una caída igualmente dramática. Una década después, la marca fue revendida por menos de la mitad de su valor original, dejando a muchos preguntándose: ¿Qué salió mal?
La historia de Reebok no es la de un simple fracaso empresarial, sino un «suicidio corporativo planeado a cámara lenta», provocado por una serie de decisiones equivocadas y una pérdida de identidad que la condenó a la irrelevancia.
Los Orígenes Rebeldes: De un Garaje a los Gimnasios
Los orígenes de Reebok se remontan a Bolton, Inglaterra, a finales de los años 50. Los hermanos Joe y Jeff Foster, en un acto de rebeldía contra la empresa familiar, fundaron su propia compañía, a la que llamaron Reebok, el nombre de un ágil antílope africano. Inicialmente, se enfocaron en calzado para correr, pero su gran oportunidad llegó en 1979, de la mano del empresario estadounidense Paul Fireman.
Fireman detectó una tendencia que sus competidores, Nike y Adidas, pasaron por alto: el auge del aerobics y el empoderamiento femenino. Reebok lanzó entonces el Freestyle, el primer zapato diseñado exclusivamente para mujeres y para este deporte. El éxito fue instantáneo y la marca pasó de ser un desconocido a liderar el mercado deportivo en Estados Unidos en menos de cinco años. Reebok no solo vendía calzado; vendía cultura, estilo y empoderamiento.
La Cima del Éxito: Cuando la Rebeldía Conectó con la Calle
Con el éxito del Freestyle, Reebok se atrevió a desafiar a Nike en su propio terreno: el baloncesto. Para ello, adquirió una tecnología de cámaras de aire inflables en la lengüeta, creando las icónicas Reebok Pump. La marca se consolidó con fichajes estratégicos que representaban una nueva era en el deporte y la cultura pop:
- Shaquille O’Neal (1992): Reebok le ofreció al gigante de la NBA su propia línea de zapatillas, las Shaq Attack y las Shaqnosis, que se convirtieron en éxitos comerciales.
- Allen Iverson (1996): La marca apostó por Iverson, un jugador rebelde con tatuajes y actitud callejera, lanzando su línea I3 con el modelo The Question. Iverson se convirtió en un ícono cultural y su línea de zapatillas se volvió un fenómeno global.
Para mediados de los 2000, Reebok lo tenía todo. Dominaba las ligas deportivas, colaboraba con figuras de la música como Jay-Z y 50 Cent, y su logo estaba omnipresente en la cultura pop. Sin embargo, en un intento por abarcar todo (deportes, música, fitness, moda), la marca empezó a perder el enfoque que la había hecho grande.
La Caída: El Fatal Error de Identidad
El colapso de Reebok comenzó en 2005, en la cúspide de su éxito, con una decisión que parecía una jugada maestra: su adquisición por parte de Adidas por 3,800 millones de dólares. Lo que se presentó como una alianza estratégica para desafiar a Nike, en la práctica fue el principio del fin.
Adidas no compró a Reebok para potenciarla, sino para controlarla. Poco a poco, los grandes contratos con las ligas deportivas y las figuras como Iverson se fueron diluyendo. La marca, que había sido sinónimo de rebeldía, fue degradada y relegada a un papel secundario. La falta de una narrativa clara y la dispersión de su identidad hicieron que la conexión emocional con el público se erosionara.
Reebok dejó de innovar y se conformó con su rol secundario. Sus productos estrella quedaron en el olvido, y su línea Iverson no evolucionó. En 2021, Adidas vendió Reebok por 2,500 millones de dólares, un claro indicio de su devaluación.
La Actualidad: ¿Un Intento de Redención?
El comprador fue Authentic Brands Group, una empresa conocida por revivir marcas al borde de la extinción. Su estrategia es clara: ya no competir frontalmente con Nike, sino enfocarse en un nicho más específico y leal.
Hoy, Reebok se reposiciona como una marca enfocada en el entrenamiento funcional, crossfit y bienestar. Además, ha iniciado un relanzamiento de sus icónicos modelos del pasado, las Pump y las Shaqnosis, no como productos de alto rendimiento, sino como objetos de culto y nostalgia para quienes vivieron su época dorada.
Es un intento de redención que busca honrar su legado sin quedarse anclada en el pasado. El fracaso de Reebok no fue por falta de talento o por un error puntual, sino por perder su identidad y, en última instancia, por dejar de luchar. Su nueva oportunidad dependerá de si logra redescubrir la esencia que la hizo una vez una de las marcas más importantes del mundo.