
En la historia de la Revolución Mexicana hay muchas hazañas, pero pocas tan sorprendentes como la de Wenceslao Moguel Herrera, un hombre que desafió a la muerte y vivió para contarlo. Nacido el 1 de noviembre de 1896 en Mérida, Yucatán, se convirtió en leyenda por haber sobrevivido a un pelotón de fusilamiento.
El día que la muerte le pasó de largo
En 1915, en plena Revolución, Moguel fue capturado por tropas constitucionalistas acusado de participar en combates a favor de las fuerzas rebeldes. Sin juicio ni defensa, fue condenado a morir ante un pelotón de fusilamiento.
A las órdenes de fuego, recibió entre ocho y nueve impactos de bala en su cuerpo, y como dictaba la costumbre militar, uno más en la cabeza como “tiro de gracia”. La ejecución parecía definitiva… pero no lo fue.
La increíble supervivencia
Contra todo pronóstico, Wenceslao Moguel no murió. Gravemente herido, logró mantenerse con vida y escapar de la fosa común. Algunos relatos señalan que fue auxiliado por un miembro de una iglesia cercana, mientras que otras versiones indican que fue rescatado por simpatizantes al día siguiente.
Lo cierto es que su cuerpo resistió el castigo de las balas, y con el tiempo, las cicatrices se convirtieron en su prueba viviente del milagro.
De la tragedia a la fama
Su historia llegó a oídos del mundo. En 1937, Moguel fue invitado al famoso programa de radio estadounidense Ripley’s Believe It or Not! (¡Aunque usted no lo crea!), donde relató su experiencia y mostró al público la marca de la bala en su cabeza.
Un legado de resistencia
Wenceslao Moguel vivió hasta el 29 de julio de 1976, falleciendo a los 79 años en su natal Mérida. Su vida es un recordatorio de que, incluso en las circunstancias más desesperadas, el espíritu humano puede resistir.
Hoy, su nombre sigue apareciendo en recopilaciones históricas y curiosidades del mundo, como símbolo de resistencia, fortuna… y del misterio de cómo alguien puede burlar a la muerte.