
El aviso del cinturón de seguridad suena y se ilumina, las bandejas del asiento vibran y las bebidas se derraman; el estómago se encoge en un súbito vacío.
Para muchos pasajeros, las turbulencias aéreas pueden ser impactantes y, en un planeta cada vez más caliente por efecto del cambio climático, solo tenderán a empeorar, según nueva evidencia científica.
Aquí algunos aspectos clave sobre el tema, cuando el planeta atraviesa otro verano boreal abrasador.
– Por qué importan las turbulencias –
Además de inquietar a los viajeros, las turbulencias también son la principal causa de accidentes menores en pleno vuelo, según datos oficiales.
Aunque hubo solo 207 lesiones reportadas en vuelos comerciales estadounidenses entre 2009 y 2024, algunos incidentes han tenido repercusión.
El año pasado, la turbulencia en un vuelo de Air Europa dejó 40 pasajeros heridos y en otro de Singapore Airlines murió un viajero de edad avanzada.
«Normalmente, las lesiones se producen en pasajeros sin cinturón de seguridad o en la tripulación de cabina, más que producirse daños estructurales», dijo a la AFP John Abraham, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de St. Thomas.
«Las aeronaves modernas soportan la turbulencia, por lo que el principal riesgo son las lesiones de los ocupantes, no la pérdida del avión».
En cualquier caso, los aviones se deben inspeccionar tras encuentros «severos» con turbulencias, que ocurren unas 5.000 veces al año en Estados Unidos, explica Robert Sharman, científico del Centro Nacional de Investigación Atmosférica.
Las turbulencias también aumentan el consumo de combustible cuando los pilotos deben abandonar altitudes óptimas, modificar rutas o cambiar de velocidad, añade Abraham.
– El cambio climático lo está empeorando –
Mohamed Foudad, científico de la Universidad de Reading, en Reino Unido, explica que existen tres tipos principales de turbulencia: la convectiva, la de onda de montaña y la turbulencia en aire claro (CAT, por sus siglas en inglés).
La convectiva se da por corrientes de aire ascendentes o descendentes y se detectan a simple vista o con radares a bordo, mientras que la turbulencia por ondas de montaña se da solo sobre cordilleras.
La CAT, en cambio, es invisible y por ello la más peligrosa.
Generalmente surge de las corrientes en chorro, vientos rápidos del oeste en la atmósfera superior, a la misma altitud de crucero de los aviones comerciales, a unos 10 o 12 kilómetros de altura.
Con el cambio climático, los trópicos se están calentando más rápido en la altitud de crucero que en latitudes más altas.
Esto aumenta la diferencia de temperatura entre las latitudes más altas y las más bajas, lo que incrementa la velocidad de la corriente en chorro y la cizalladura del viento: cambios bruscos en las corrientes de aire verticales, que desencadenan las turbulencias del tipo CAT.
Foudad y sus colegas publicaron un artículo el año pasado en la revista Journal of Geophysical Research: Atmospheres, donde analizaron datos de 1980 a 2021.
«Encontramos una clara tendencia positiva: un aumento en la frecuencia de la turbulencia en muchas regiones, incluyendo el Atlántico Norte, América del Norte, Asia Oriental, Oriente Medio y el Norte de África», dijo a la AFP, con incrementos que oscilan entre el 60% y el 155%.
Análisis posteriores atribuyeron estos aumentos de turbulencias en ciertas regiones al incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
-¿Qué viene ahora? –
Un artículo de 2023 de Isabel Smith, de la Universidad de Reading, concluyó que por cada grado Celsius de calentamiento cerca de la superficie, en los inviernos habría un aumento de aproximadamente 9% en las CAT moderadas y de 14 % en los veranos.
Históricamente, el invierno ha sido la temporada de mayores turbulencias, pero el calentamiento global ahora ha aumentado la prevalencia en verano y otoño.
«El cambio climático también podría aumentar la frecuencia y la gravedad de las tormentas eléctricas en escenarios futuros, y los encuentros con turbulencias cerca de ellas son un componente importante de los accidentes por turbulencia», explica Sharman a la AFP.
Sobre las estrategias de mitigación, Foudad trabaja actualmente en un estudio para optimizar las rutas de vuelo y en otro para hacer pronósticos más precisos.
Algunas aerolíneas buscan aumentar el uso del cinturón de seguridad con estrategias como finalizar antes el servicio de cabina.
Sherman afirma que están en prueba tecnologías prometedoras a bordo, como un lídar, cuyos láseres detectan cambios sutiles en la densidad del aire y la velocidad del viento.
Sin embargo, reducir las emisiones al final será esencial, añadió Foudad.
La aviación es responsable de aproximadamente el 3,5% del calentamiento global causado por el ser humano.
Si bien las aerolíneas están explorando combustibles más limpios, el progreso ha sido «decepcionantemente lento», según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
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