No, no es África, es República Dominicana, el video que muestra la verdadera miseria de los dominicanos

Miles de ciudadanos se congregaron bajo el intenso sol de Santo Domingo en la jornada «Plásticos por Útiles Escolares», un evento de la Alcaldía del Distrito Nacional que buscaba canjear botellas de plástico por mochilas, tabletas y otros materiales para el inicio del año escolar. La actividad, aunque bien intencionada, generó sentimientos encontrados entre los participantes, revelando una mezcla de gratitud, frustración y necesidad.

Desde la avenida Abraham Lincoln hasta la Dirección General de Pasaportes, una extensa fila de personas, muchos de ellos padres, madres y niños, se extendía con enormes sacos repletos de botellas de plástico. La gran mayoría había pasado la noche en el lugar para asegurar un cupo, soportando el calor del día y la incomodidad de la noche.

Entre los testimonios, la necesidad era el factor común. Un niño de unos diez años comentó haber recogido cerca de mil botellas con la esperanza de obtener útiles. Un señor, que había amanecido en la fila desde el día anterior, mencionó haber reunido dos mil botellas para sus dos hijos. Otro, que se identificó como Carlos Ramírez, afirmó haber recogido la misma cantidad para sus tres hijos. La meta principal para muchos era la anhelada tableta, un recurso cada vez más indispensable en el ámbito educativo.

Desorden, calor y frustración

A pesar de la noble causa, la falta de organización se convirtió en el principal punto de queja. La desorganización en el pesaje de los plásticos y la larga espera provocaron descontento y tensión. Una ciudadana, Cecilia Montero, describió la situación como «un abuso por la tardanza», mientras que otros se quejaron de que no se respetaba el orden de la fila, permitiendo que personas se «colaran».

Las condiciones climáticas empeoraron la situación. Bajo un sol abrasador, con temperaturas que superaban los 30 grados Celsius, varios ciudadanos se desmayaron, lo que requirió la intervención de ambulancias. La deshidratación era un problema grave, y muchos participantes tuvieron que comprar agua por su cuenta, ya que no se les estaba distribuyendo de manera suficiente. La basura de los plásticos desechados también generó preocupaciones sobre el impacto ambiental inmediato, aunque el objetivo a largo plazo fuera el reciclaje.

Una mujer, visiblemente molesta, expresó su frustración directamente a la alcaldesa Carolina Mejía: «Esto es un abuso… deberían de poner en cada punto específico una carpa con un peso para pesar los potes para que uno no coja lucha.» Otro hombre, que venía desde San Cristóbal y que había esperado tres días, se quejó de haber sido sacado de la fila por «abuso» y que incluso lo golpearon.

Alegría y esperanza al final del camino

A pesar del caos, el momento de la entrega representó un punto de inflexión. Ciudadanos que habían esperado por horas y días se marchaban con rostros de felicidad, exhibiendo con orgullo las mochilas, útiles y tabletas que habían conseguido.

Una madre, que venía de Villa Consuelo, se mostraba feliz tras conseguir los útiles para sus dos hijos, mientras que otra mujer se iba con dos mochilas y dos tabletas para sus sobrinos. Un padre de cuatro hijos, que había recogido más de cuatro mil botellas, mostraba con satisfacción las tres mochilas que le entregaron, cada una con su respectiva tableta.

Las tabletas, de marca Dial, contaban con especificaciones como 64 GB de almacenamiento, 3 GB de RAM y dos cámaras, lo que representa una herramienta valiosa para los estudiantes.

La jornada de «Plásticos por Útiles Escolares» dejó en evidencia la dualidad de la realidad dominicana: por un lado, la necesidad de las familias de bajos recursos que, con un esfuerzo titánico, buscan garantizar la educación de sus hijos. Por otro, la falta de una planificación y logística adecuadas para un evento de tal magnitud. Aunque hubo críticas a la organización, también hubo ciudadanos que defendieron la labor de la alcaldesa, reconociendo el gran trabajo que se hizo y la buena intención detrás de la iniciativa. El evento, en su conjunto, sirvió como un recordatorio del sacrificio que miles de dominicanos están dispuestos a hacer por el futuro de sus hijos.