
El legendario lanzador dominicano, Bartolo Colón, nos abrió las puertas de su nuevo proyecto: «La Parada El Túnel», un negocio recién remodelado en el corazón del Cibao, cerca de su natal Altamira. En un encuentro que fue más una charla entre amigos que una entrevista, Colón nos compartió anécdotas de su vida, su carrera y los valiosos aprendizajes que lo han convertido en el ícono que es hoy.
De las Grandes Ligas a la Cocina y la Construcción
A sus 51 años, Bartolo se muestra tan activo como en sus días de gloria en el montículo. Nos confiesa que en sus inicios tuvo que aprender a cocinar en Estados Unidos, hasta que su esposa se unió a él y «se acabó el cocinar». La humildad de Colón es palpable cuando relata su participación directa en la construcción de su negocio. «Yo trabajé cavando, pasé pico», dice, echando por tierra la creencia popular de que ahora, siendo una celebridad, se aleja de los trabajos de campo. Él no se olvida de sus raíces y del trabajo duro que lo formó. Desde niño, antes de ser firmado, ayudaba a su padre a «recoger café, tumbar aguacate» y sembrar cultivos, labores que, según él, le dieron la fuerza en sus piernas para alcanzar las 100 millas por hora con su recta.
Rivalidades Épicas y Amistades Sinceras
La entrevista fue un paseo por la historia reciente del béisbol, con Bartolo compartiendo detalles de sus duelos contra algunos de los bateadores más temidos. Mencionó que Alex Rodríguez era el más difícil de enfrentar, con un total de ocho jonrones en su contra, mientras que David Ortiz, a quien le lanzó muy bien, solo le conectó un cuadrangular. Recordó con cariño a Vladimir Guerrero, destacando su humanidad y la sazón de su madre en la comida. También desmitificó la imagen de Manny Ramírez, revelando que detrás de su personalidad relajada había un jugador extremadamente disciplinado, que llegaba al gimnasio a las 5 de la mañana y estudiaba videos para mejorar.
Colón también recordó el consejo de Roberto Alomar para que aprendiera a «defender a los peloteros» en la lomita, lo que lo convirtió en un mejor lanzador. Y aunque no pudo vencer a Pedro Martínez, a quien admiraba profundamente por la calidad de todos sus lanzamientos, su respeto por él es inmenso.
El Orgullo de ser «Cibaeño»
Para Bartolo, las Águilas Cibaeñas son «todo». Recordó con gratitud a Dilonc, el mánager que le dio su primera oportunidad de lanzar sin tener que viajar, lo que lo llevó a convertirse en una figura de la pelota dominicana. Nos confesó que al principio lanzaba «hasta de gratis» para el equipo, pidiendo a cambio solo 200 o 300 boletas para que la gente de su campo pudiera ver los juegos.
Uno de los momentos más memorables de la entrevista fue cuando habló de su Récord Guinness por ser el jugador de mayor edad en conectar su primer jonrón. «Un orgullo,» dijo, y entre risas admitió que se sentía tan lento al correr las bases que «los caballos terminaron primero que yo» en una carrera que se realizaba el mismo día.
Un Hombre de Familia y Proyectos
Bartolo atribuye gran parte de su éxito a la guía de sus padres y al apoyo incondicional de su esposa, quien fue la diseñadora de «La Parada El Túnel». La visión de su negocio, que incluye una cocina industrial, oficinas, un almacén y un área para comer, es un reflejo de su compromiso con el futuro de su familia. En otro gesto de aprecio, reveló que su esposa le regaló una de sus guaguas, que a él le fascinan por su espacio y utilidad, contrario a los autos deportivos que nunca le gustaron.
Además de «La Parada El Túnel», Bartolo Colón invirtió en la construcción de un estadio de béisbol en la zona, un sueño de la infancia que se hizo realidad después de comprar el terreno. Aunque reconoce que ahora es más difícil para los jóvenes firmar, sigue comprometido con el deporte y con su pueblo.
El «Gran Bartolo» ha sabido conjugar su legado deportivo con su nueva faceta de empresario, siempre manteniendo los pies en la tierra y el corazón en Altamira, demostrando que el trabajo duro y la humildad son los pilares de un éxito que va más allá de un terreno de juego.