
Una mujer en Jamaica sorprendió al mundo al reclamar un premio de 180 millones de dólares jamaicanos (equivalente a 1,4 millones de dólares estadounidenses) de la lotería nacional.
Lo curioso no fue solo la magnitud del premio, sino la forma en que lo recibió: la ganadora apareció ante las cámaras utilizando una máscara de emoji sonriente, ocultando totalmente su rostro para mantener en secreto su identidad, incluso frente a familiares y amigos.
Las imágenes del inusual momento no tardaron en viralizarse en redes sociales, generando una ola de comentarios y debate. Mientras algunos calificaron la acción como extraña y excéntrica, otros la aplaudieron como una estrategia inteligente para protegerse de la envidia, la presión social y los riesgos de seguridad que suelen rodear a los nuevos millonarios.
El caso revive la discusión sobre cómo los ganadores de grandes premios deben manejar su exposición pública, en un país y una región donde la discreción puede marcar la diferencia entre disfrutar de la fortuna o convertirse en blanco de problemas.