
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostró el viernes esperanzado en que más de sus detractores se enfrenten a la justicia, tras la acusación formal contra el exjefe del FBI James Comey, a quien calificó de «policía corrupto».
Los comentarios del republicano son un paso más en su campaña para exigir represalias contra los que considera sus enemigos políticos.
«Francamente, espero que haya otros», espetó Trump a los periodistas en la Casa Blanca cuando le preguntaron sobre Comey. El exdirector del FBI, crítico de Trump fue acusado el jueves de falso testimonio y obstrucción de la justicia en relación con la investigación que llevó a cabo para determinar si Rusia interfirió en las elecciones de 2016 y sobre si miembros del equipo de campaña del republicano habían coludido.
«No es venganza. También se trata del hecho de que no se puede dejar que esto continúe», dijo Trump.
Los presidentes estadounidenses históricamente se han esforzado para mostrar, al menos en público, una clara separación entre la Casa Blanca y el Departamento de Justicia, una tradición que Trump está rompiendo.
«Es un policía corrupto, y siempre lo ha sido», por lo que «¡deberá pagar un precio muy alto!», afirmó Trump más temprano en su plataforma Truth Social, donde declaró culpable a Comey.
Los cargos en su contra fueron presentados pocos días después de que el presidente exigiera públicamente a la fiscal general, Pam Bondi, que tomara medidas contra adversarios políticos.
Entre los enemigos señalados por Trump se encuentran la fiscal del estado de Nueva York Leticia James, artífice de una demanda civil por fraude contra el presidente, y el senador de California Adam Schiff, responsable de dirigir en 2019 el primero de los juicios políticos de los que ha salido airoso el republicano.
Preguntado sobre quién sería el siguiente en ser procesado, Trump respondió: «No es una lista, pero creo que habrá otros».
Desde que asumió el cargo en enero, Trump, el primer mandatario en ejercicio de Estados Unidos condenado penalmente, ha tomado una serie de medidas punitivas contra sus enemigos y oponentes políticos.
El director actual del FBI, Kash Patel, negó el viernes las acusaciones de los demócratas de que los cargos contra Comey tuvieran motivaciones políticas: «Las acusaciones totalmente falsas que atacan al FBI por la politización de la aplicación de la ley provienen de los mismos medios de comunicación en bancarrota que vendieron al mundo el Russia Gate: es hipocresía en estado puro», publicó Patel en X.
– Cinco años de cárcel –
Si es declarado culpable, Comey se enfrenta hasta cinco años de prisión, según la fiscal federal que presentó los cargos, Lindsey Halligan, exabogada personal del mandatario y designada por Trump pese a no tener experiencia en la fiscalía.
Halligan ocupó la plaza de Erik Siebert, quien dimitió hace pocos días como fiscal federal del distrito Este de Virginia bajo presión de Trump tras informar al Departamento de Justicia que no había pruebas suficientes para acusar a Comey o a la fiscal general de Nueva York, Letitia James.
«No tengo miedo», dijo el exdirector del FBI en un video subido a Instagram, en el que también negó haber cometido cualquier irregularidad.
Desde que inició el segundo mandato de Trump, Comey se ha destacado por sus críticas a lo que considera una instrumentalización del sistema judicial por parte del republicano para obtener beneficio político.
La tensa relación entre ambos se remonta a los primeros días del primer mandato de Trump (2017-2021), cuando Comey fue cesado como director del mientras investigaba si algún colaborador del presidente republicano había coludido con Moscú para influir en las elecciones presidenciales de 2016.
El mandatario ha amenazado con vengarse de todos aquellos que participaron en esta investigación, que según los jefes de inteligencia del republicano tuvieron motivaciones políticas.