
Un revelador testimonio del comunicador Miguel Ortega ha sacudido los cimientos de la industria televisiva dominicana, desentrañando el misterioso origen del acalorado conflicto por la frecuencia del Canal 3 que enfrenta actualmente a los poderosos empresarios Juan Ramón Gómez Díaz (Telemicro) y Dani Alcántara. Lo que muchos percibían como una disputa por una frecuencia «disponible» o reciente, es en realidad un eco de una decisión presidencial de hace décadas y el recordatorio de una alianza que se quebró.
La frecuencia de oro olvidada: Una herencia de Balaguer
Según Miguel Ortega, quien fue mano derecha de Juan Ramón Gómez Díaz en los primeros años de su imperio mediático, la frecuencia del Canal 3 no es un hallazgo reciente. Su historia se remonta a finales de los años 80, cuando el entonces presidente Joaquín Balaguer intervino para resolver un amargo pleito entre Gómez Díaz y la familia De Camps (propietarios originales del Canal 6, hoy Telemicro).
«Balaguer, en busca de una solución salomónica, le asignó la frecuencia del Canal 3 a Gómez Díaz para que este dejara tranquila la frecuencia del Canal 6 a Tuey De Camps», explicó Ortega. Lo más sorprendente es que el Canal 3, según Ortega, es la frecuencia «que más corre» y la más importante del espectro radioeléctrico a nivel mundial, utilizada por grandes cadenas en Estados Unidos, México y España por su inigualable alcance y potencia.
Sin embargo, Gómez Díaz optó por no desarrollar esta «joya» mediática. Prefirió invertir en el Canal 5 (Teleantillas), que ya contaba con una infraestructura montada, dejando el Canal 3 «guardado» y sin explotar durante años.
El ascenso de Alcántara y los «Secretos» al descubierto
La trama se complejiza con la entrada de Dani Alcántara en escena. En 1991, Alcántara ingresó al Circuito Independencia (precursor de Telemicro) y, por recomendación del propio Ortega, ascendió rápidamente hasta convertirse en director de prensa y, eventualmente, en la mano derecha de Gómez Díaz tras la salida de Ortega en 1997.
Ortega sugiere que fue durante este período de máxima confianza que Alcántara no solo adquirió un profundo conocimiento de la operación de la empresa, sino también de ciertos «secretos», incluido el potencial y la existencia de la frecuencia inactiva del Canal 3, que Gómez Díaz «descuidó».
«Él manejó muchos recursos y muchas situaciones que no se conocían hacia afuera, que él manejaba porque pasó a ser un hombre de confianza a nivel interno», afirmó Ortega, insinuando que la actual búsqueda de Alcántara por el Canal 3 podría interpretarse como un acto de apoderamiento de algo que su antiguo mentor dejó en el olvido.
Una «Apuñalada Trapera» y el peligro de la escalada
Miguel Ortega no ocultó su desaprobación ante el enfrentamiento frontal de Alcántara hacia quien fue su benefactor. Si bien reconoce el inmenso poder y éxito empresarial de Dani Alcántara –cuya fortuna estima en «más de 5,000 millones de pesos» con negocios que van desde ferreterías y financieras hasta la construcción–, Ortega considera que esta disputa es innecesaria y poco ética.
«No me gusta ese pleito entre Dani y Gómez Díaz… tú no puedes en un momento determinado darle a la mano que te dio de comer», sentenció Ortega. Pidió a Alcántara «ceder eso» porque «él no lo necesita» y porque la sociedad dominicana, que conoce los orígenes de ambos, no ve con buenos ojos esta «situación».
El conflicto, que ha llegado a los tribunales y ha provocado un cruce de fuego editorial entre diversas figuras de la comunicación, también se ha teñido de matices políticos. Ortega mencionó que Juan Ramón Gómez Díaz, históricamente cercano al Partido Reformista y al PLD, mantiene una relación distante con el actual gobierno, lo que podría influir en el desarrollo de la disputa.
Ante la polarización y la intensidad del conflicto, Miguel Ortega lanzó una advertencia sombría: «Hace falta un Balaguer ahí que busque una salida salomónica para que la sangre no llegue al río». Expresó su temor de que, si no se resuelve por la vía del diálogo y la sensatez, el enfrentamiento podría escalar, con consecuencias impredecibles que afectarían no solo a los involucrados, sino también al clima político y social del país.