
En un nuevo episodio de El Dinero Podcast, los comunicadores Delgado y Jairon Severino compartieron anécdotas y reflexiones sobre un tema que muchos dominicanos conocen de primera mano: la compra y el mantenimiento de carros viejos.
Delgado recordó que su primer vehículo fue un Fiat 125, del mismo año de su nacimiento, que adquirió a los 24 años. A pesar de ser un carro con más de dos décadas de uso, le resultó una buena compra gracias a que había tenido un único dueño que lo cuidó con esmero. Sin embargo, coincidió con Jairon en que la mayoría de los carros viejos terminan siendo una carga más que una solución.
El costo oculto de los vehículos usados
Durante la conversación, ambos coincidieron en que un carro viejo puede convertirse en un agujero financiero. Aunque en principio parece una “oportunidad”, la realidad es que las reparaciones constantes afectan tanto al bolsillo como a la tranquilidad de las familias.
Entre los problemas más comunes mencionaron:
- Fallas en el alternador y el evaporador del aire acondicionado.
- Deterioro del tren delantero y las puntas de eje.
- Riesgos graves como el daño en la junta de la culata, que deja el motor comprometido.
- Gasto excesivo en aceite, frenos, batería y otras piezas clave.
“Un carro viejo es enemigo de las finanzas personales”, señaló Jairon, destacando que estos vehículos tienden a fallar justo cuando el dueño recibe un ingreso extra, generando un estrés constante.
¿Vale la pena comprar uno?
Los conductores recomendaron que, si se va a optar por un carro usado, lo ideal es que no tenga más de cinco años de antigüedad y que se verifique con un perito mecánico o a través de reportes como el Carfax. Comprar un carro que ha pasado por múltiples dueños incrementa el riesgo de problemas ocultos.
Asimismo, hicieron hincapié en la importancia de resistir la tentación de las supuestas “oportunidades” en el mercado de segunda mano, ya que muchas veces los dueños saben disimular los fallos momentáneamente para vender el vehículo.
Estrés y calidad de vida
Más allá del dinero, ambos coincidieron en que un carro viejo afecta la paz familiar y emocional. La preocupación por una posible avería en la calle, la necesidad de andar con galones de agua, frenos de repuesto y aceite en el baúl, y las visitas constantes al taller generan un desgaste mental significativo.
En palabras de Severino: “Hay personas que se sienten más aliviadas cuando venden su carro viejo y regresan al transporte público, porque ahorran dinero y reducen el estrés”.