
Cada vez más empresarios y profesionales dominicanos están dando el salto hacia la internacionalización, enfocándose especialmente en Estados Unidos, uno de los mercados más competitivos y atractivos del mundo. El auge del ecosistema emprendedor en la Florida ha abierto una ventana de oportunidades para quienes desean llevar sus proyectos a otro nivel, combinando estrategia, conocimiento y cumplimiento legal.
El proceso, sin embargo, va mucho más allá de abrir una empresa o registrar una marca. Requiere entender cómo funciona el sistema empresarial estadounidense, qué licencias son necesarias, cuáles son los estándares de calidad exigidos y cómo estructurar un plan de negocios sólido que convenza al gobierno de que el proyecto tendrá un impacto positivo en la economía norteamericana.
En ese sentido, expertos en desarrollo de negocios y derecho migratorio aseguran que la clave del éxito está en combinar ambos mundos: lo legal y lo mercadológico. “Hay empresarios que no necesariamente desean vivir en Estados Unidos, pero sí quieren expandir sus operaciones. En esos casos, existen vías legales que les permiten hacerlo sin necesidad de residir allá, como la visa B1/B2 o la L1 para transferencias ejecutivas”, explican.
La visa L1, por ejemplo, permite a un empresario con una compañía establecida en República Dominicana abrir una sucursal en Estados Unidos y trasladarse temporalmente a dirigirla. Este proceso suele tener una alta tasa de aprobación, cercana al 97 %, siempre que la empresa madre esté en funcionamiento y se mantenga activa durante todo el tiempo que dure la operación.
En cambio, para quienes desean residir de forma permanente junto a sus familias, la vía es más compleja. Existen categorías como la EB2 —una de las más solicitadas por profesionales y emprendedores— que exige demostrar méritos sustanciales, impacto nacional y un proyecto empresarial con beneficios tangibles para el país. “El gobierno de Estados Unidos analiza cada propuesta con criterios de mérito, sostenibilidad y relevancia económica. Solo aquellas con un plan de negocio sólido y bien documentado logran aprobación”, indican especialistas del sector.
El porcentaje de éxito en estos casos ronda el 40 %, pero las autoridades migratorias suelen ofrecer una segunda oportunidad a los solicitantes, indicando los aspectos que deben reforzar para cumplir con los requisitos.
Más allá del aspecto migratorio, existe un componente clave en este proceso: la organización empresarial. Los productos o servicios que buscan ingresar al mercado estadounidense deben cumplir con normas específicas de calidad, etiquetado, imagen de marca y coherencia comercial. Cada producto, por más simple que parezca, debe tener una identidad clara, una línea gráfica definida y una historia que lo respalde.
Según expertos, aunque todavía falta camino por recorrer, los emprendedores dominicanos muestran avances significativos en su preparación. “Veo cada vez más empresas locales organizadas, con su documentación al día, su estrategia definida y una clara visión de expansión”, sostienen.
El interés por internacionalizarse también se refleja en el sector de las pymes y mipymes, donde los empresarios buscan asesoría para convertir sus ideas en franquicias, abrir sucursales o distribuir productos en territorio norteamericano. Estas asesorías suelen incluir acompañamiento legal, mercadológico y logístico, abarcando desde los permisos de exportación hasta la apertura de cuentas bancarias o el registro de corporaciones en distintos estados.
Este proceso, aunque retador, representa una oportunidad única para los dominicanos que buscan dejar huella más allá de sus fronteras. Con el conocimiento adecuado y una estrategia bien ejecutada, los emprendedores locales pueden no solo establecerse en el competitivo mercado estadounidense, sino también convertirse en referentes de innovación y crecimiento dentro de la comunidad latina.