
La carne roja, símbolo de prosperidad en muchas culturas, vuelve a ser tema de debate en el ámbito científico y nutricional. Un grupo internacional de expertos, respaldado por la revista médica The Lancet, actualizó las recomendaciones sobre su consumo y reiteró que debe ingerirse solo en cantidades mínimas, mientras los alimentos de origen vegetal deben constituir la base de la dieta diaria.
El informe forma parte de la EAT-Lancet Commission on Food, Planet, Health, que en su nueva versión sugiere limitar la carne de res, cerdo o cordero a 15 gramos por día, en contraste con los 200 gramos de verduras y 300 gramos de frutas recomendados diariamente. Según los autores, una dieta centrada en plantas y con cantidades moderadas de productos animales “mejora la salud, reduce la mortalidad y previene enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación”.
La “dieta de salud planetaria”
El estudio promueve el concepto de “dieta de salud planetaria”, que busca equilibrar la nutrición humana con la sostenibilidad ambiental. Esta propone una alimentación compuesta por:
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200 g de verduras
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300 g de frutas
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210 g de cereales integrales
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250 g de lácteos
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30 g de pescado o mariscos
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30 g de carnes blancas
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15 g de carne roja
Los especialistas aclaran que reducir la carne roja no implica eliminarla, sino ajustar las proporciones y priorizar las proteínas vegetales como las legumbres, los frutos secos y los granos integrales.
Una recomendación con polémica
Aunque estas conclusiones coinciden con las de 2019, el tema sigue siendo controversial. Las asociaciones agropecuarias critican las medidas por considerarlas “excesivas” y “poco realistas”. No obstante, la comunidad científica respalda el informe por su sólida base en evidencia reciente.
El debate trasciende lo nutricional. La ganadería es responsable de una parte considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero, además de consumir grandes recursos de agua y tierra. Según el estudio, reducir la dependencia de la carne podría contribuir de manera significativa a la sostenibilidad del sistema alimentario global.
Los investigadores reconocen, sin embargo, que las políticas deben adaptarse a las realidades culturales y económicas de cada región, pues el acceso a alimentos frescos y saludables sigue siendo desigual.
Evidencia y consecuencias ambientales
El informe revisa estudios que vinculan el alto consumo de carne roja o procesada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer colorrectal. Por el contrario, las dietas ricas en alimentos vegetales se asocian con mayor longevidad, menor colesterol y control del peso corporal.
Asimismo, los científicos advierten que el modelo actual de producción y consumo alimentario es insostenible. La agricultura intensiva y la ganadería generan más de un tercio de las emisiones globales, por lo que cambiar los hábitos alimenticios es también una medida urgente frente al cambio climático.
Conclusión
El mensaje central del informe es contundente: la salud humana y la del planeta están interconectadas. Comer menos carne —y de mejor calidad—, optar por productos locales y reducir los ultraprocesados son pasos esenciales hacia una alimentación más equilibrada y sostenible. “No se trata de eliminar la carne, sino de darle un espacio menor en nuestro plato”, concluye el estudio.