El silencio de Gobiernos y medios no es un signo de anuencia o indiferencia frente a los ataques estadounidenses a supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico ni sobre el despliegue de las más poderosas portaviones por la cercanía de Venezuela y Colombia.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha condenado las provocaciones de Washington, y si otros no lo han hecho ha sido para evitar, en momentos tan delicados, una confrontación con Donald Trump.
Ante la confrontación con el colombiano Gustavo Petro la reacción de Trump ha sido acusarlo de liderar el narcotráfico, sancionar a él y su familia con la supresión del visado para entrar a Estados Unidos, y cancelar la cooperación con el país suramericano.
Aunque pesa el miedo a que Trump incremente los aranceles a cualquiera que proteste, es obvio que ninguna nación que se rige por el principio institucional comparte la intervención unilateral del Gobierno estadounidense en la lucha contra el narcotráfico.
En las últimas horas las tropas estadounidenses habían atacado 10 supuestas narcolanchas y causado 43 víctimas mortales, escalando la tensión en la región.



