La ciudad de Nueva York fue escenario anoche de una sentida pérdida para una reconocida familia dominicana. A los 91 años de edad falleció Roilda Ismaela de León, madre del destacado geólogo Osiris de León, quien compartió la noticia con profundo pesar a través de su cuenta en la red social X.
En su publicación, De León rindió un emotivo homenaje a su madre, relatando de manera poética parte de sus vivencias y reflexionando sobre el paso del ser humano por la vida y el universo. La señora Ismaela deja en la orfandad a sus hijas Rosa Elena Meléndez de León y Marianela de León, así como a sus nietos Alvin Osiris, Angie Elena, Stephanie Marie, Ámbar Ramírez y Bryan Ramírez.
Actos fúnebres
Los restos de la señora De León serán expuestos este jueves 6 de noviembre en Ortiz Funeral Home, ubicada en el 524 Southern Blvd., Bronx, Nueva York, en horario de 4:00 p.m. a 8:00 p.m.
El sepelio tendrá lugar el viernes 7 de noviembre en el Saint Raymond Cemetery, en el 2600 Lafayette Ave., Bronx, NY.
Un adiós lleno de ciencia y poesía
En su mensaje de despedida, Osiris de León describió a su madre como una mujer de paz que llegó al mundo en tiempos difíciles, pero que dedicó su vida a sembrar tranquilidad y amor.
Con un estilo que combina espiritualidad y reflexión científica, el geólogo expresó:
“Hoy se ha marchado en paz, en viaje ligero, pero muy largo, de regreso al lejano mundo de donde vino con el encargo de luchar contra las guerras de esta Tierra, por toda esa paz que ella representó.”
Luego agregó una reflexión que fusiona fe y ciencia:
“Polvo eres y en polvo te convertirás. Esa expresión, que de niño parecía una locura, tiene sentido en el universo: somos polvo de estrellas, fragmentos de supernovas, átomos de carbono y metales preciosos que viajan por el cosmos para dar vida al mundo que conocemos.”
El origen de un nombre con historia
De León también relató un simbolismo familiar cargado de historia: según su reflexión, su madre provenía “de una estrella de neutrones”, y en ese viaje cósmico prometió que, si volvía a nacer, nombraría a su primer hijo con el nombre de un dios venerado en la antigua Ismailia: Osiris.
“Y así lo cumplió”, escribió, “cuando volvió a nacer en la Tierra miles de años después. Hoy se marcha con la frente en alto, por misión cumplida, devolviendo su etiqueta terrenal con orgullo y con la gracia de su madre Mercedes. Todo en perfecta convergencia universal, donde nada es casual: Mercedes, Ismaela, Osiris… una familia, un propósito, un amor y una entrega a su pueblo.”
Un mensaje de eterno amor
El texto concluye con una despedida llena de ternura:
“Ve en paz, tal y como llegaste. Yo te seguiré cuando Dios me lo pida. Allí te abrazaré, te besaré y te cuidaré como tú me cuidabas. Cada noche, cuando mire al cielo, te reconoceré por tu brillo inconfundible, porque no habrá otra estrella que ilumine tanto como tú.”



