Este sábado se cumplen siete meses de la trágica noche en que la icónica discoteca Jet Set se derrumbó, dejando un saldo devastador de más de 230 personas fallecidas y más de 180 heridas. Lo que alguna vez fue un templo del merengue y la vida nocturna dominicana se convirtió en escenario de una de las mayores tragedias urbanas del país.
Para los familiares de las víctimas, el tiempo no ha sido suficiente para sanar las heridas. Muchos siguen exigiendo justicia y claridad sobre las verdaderas causas del colapso, mientras reviven el dolor de haber perdido a sus seres queridos en un espacio que, por años, representó alegría, música y encuentros inolvidables.
El Ministerio Público ha señalado que la tragedia fue producto de una “sistemática y grave negligencia” por parte de los propietarios del establecimiento, quienes enfrentan actualmente un proceso judicial. Según los informes oficiales, una combinación de fallas estructurales, sobrepeso en el techo y posibles modificaciones no autorizadas habrían contribuido al colapso durante el concierto del merenguero Rubby Pérez, quien también perdió la vida en el siniestro.
El edificio donde funcionaba Jet Set tenía una historia que se remontaba a 1973, cuando operaba como cine. En 1994 se transformó en la discoteca más famosa de Santo Domingo, y tras renovaciones en 2010 y 2015, se consolidó como el epicentro del entretenimiento en vivo, con capacidad para más de mil personas. Sus lunes de merengue eran una tradición, atrayendo a figuras de la música, la política y la vida social dominicana.
La noche del derrumbe, el lugar estaba lleno a su máxima capacidad. Lo que comenzó como una fiesta terminó en caos y dolor, cuando parte del techo se desplomó sobre la multitud. Siete meses después, el recuerdo de esa noche sigue vivo, no solo en quienes perdieron a alguien, sino en todo un país que aún se pregunta cómo un símbolo de alegría pudo convertirse en una tragedia tan profunda.
El Jet Set ya no existe, pero su historia, marcada por la música y el luto, seguirá siendo una de las más recordadas en la memoria colectiva dominicana.



