Un reciente titular de un medio impreso, que afirmaba que una figura pública «convirtió su lipedema en una bendición», ha desatado un debate crucial sobre cómo los discursos mediáticos están distorsionando los conceptos de superación personal y dignidad humana, según lo expone el periodista y abogado Edwin DeLaCruz.
En su análisis, DeLaCruz señala que el caso de la persona, quien «alcanzó notoriedad internacional al monetizar su imagen a través del exhibicionismo digital y el contenido sexual explícito», debe ser leído con profundidad. La preocupación no reside en la decisión individual, sino en la narrativa social que se está validando al presentar como un logro la explotación del cuerpo que deriva de una condición médica.
¿Qué es el Lipedema y por qué la polémica?
El lipedema es un «trastorno crónico caracterizado por la acumulación anormal de grasa dolorosa en piernas y brazos, acompañado de sensibilidad, hinchazón y morados frecuentes,» de acuerdo con la Cleveland Clinic. De la Cruz agrega, citando a la Mayo Clinic, que las pacientes sufren una «sensación de pesadez, inflamación progresiva y molestias que no mejoran con dieta ni ejercicio,» generando frustración y un alto impacto emocional.
Ante un cuadro de dolor y limitación, el autor argumenta que usar el término «bendición» exige un cuidado ético. Para DeLaCruz, la verdadera bendición debería asociarse a avances en investigación, acceso a tratamientos, redes de apoyo, o proyectos de vida transformadores, y no al hecho de que una condición médica se convierta en plataforma para contenido sexual.
La responsabilidad de la prensa y lacosificación
DeLaCruz subraya que, aunque la sociedad ha normalizado ciertas formas de exposición extrema, la pornografía reduce a la persona a mercancía visual, una constatación que califica como ética y sociológica.
Lo alarmante, enfatiza, es la forma en que la prensa construye referentes. El periodista sostiene que «cuando un medio presenta como éxito convertir el dolor en espectáculo, sin contexto ni análisis, envía un mensaje a jóvenes y adolescentes de que la vulnerabilidad es rentable y que la intimidad es negociable si genera ingresos.»
El autor culmina su columna planteando preguntas fundamentales a la sociedad: ¿Se está confundiendo la autonomía individual con la cosificación? ¿Se está aceptando que una enfermedad es «bendición» solo cuando produce dinero?
DeLaCruz concluye que la responsabilidad mediática es inmensa. La «bendición» debe asociarse a la dignidad, a la resiliencia y al crecimiento auténtico, nunca a la erotización del dolor. Hace un llamado a que los medios «eleven la mirada» y que la sociedad recuerde que la verdadera bendición nace de la conciencia y de la capacidad de transformar la propia historia en un aporte genuino.



