La situación laboral en República Dominicana muestra una realidad cruda y persistente: una gran parte de la población ocupada, especialmente los jóvenes y adultos mayores, trabaja por debajo del umbral de ingresos que define la pobreza monetaria. Esta vulnerabilidad no es un fenómeno aislado; está conectada con transformaciones económicas, tecnológicas y sociales que afectan a toda la región y al mundo.
La juventud: el grupo más golpeado
El indicador más alarmante es el que corresponde al tramo de 15 a 24 años, es decir, la fuerza laboral joven del país. Según los datos expuestos, un 86.2% de los jóvenes empleados gana por debajo del nivel considerado suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
Esto explica fenómenos sociales visibles:
- El auge de los creadores de contenido.
- El crecimiento de trabajos por plataformas como Uber, DIDI, mensajería digital y freelance.
- La resistencia a formalizarse, ya que la informalidad parece ofrecer ingresos más rápidos, aunque inestables y sin seguridad social.
En pocas palabras: para un joven dominicano, profesionalizarse y formalizarse muchas veces no representa un aumento real en sus ingresos, mientras que un teléfono y una cuenta en redes sociales parecen una alternativa más rentable.
Adultos de 25 a 39 años: el peso de la responsabilidad
En el rango de 25 a 39 años, etapa en la que se supone que el individuo debe estar en su mayor productividad, el panorama tampoco es alentador. Un 67.1% gana igualmente por debajo del umbral esperado.
Esta generación vive el dilema de:
- ¿Formalizarse o no?
- ¿Estudiar más para ganar igual?
- ¿Invertir en una profesión que no garantiza estabilidad?
Además, muchos inician su vida laboral cargados de deudas educativas, lo que los hace aún más vulnerables a cualquier imprevisto económico.
Personas entre 40 y 59 años: estabilidad, pero no seguridad
Entre los 40 y 59 años, la proporción de empleados con ingresos insuficientes sigue siendo alta: 65.7%. Aunque este grupo mantiene cierta estabilidad laboral, continúa expuesto a la vulnerabilidad económica.
Lo preocupante es que, aun con experiencia y años de servicio, no logran consolidar una seguridad financiera que los proteja de crisis, enfermedades o pérdida de empleo.
Adultos mayores de 60 años: pobreza en la recta final
El dato más sensible es que 73.6% de los empleados de 60 años o más también gana por debajo de la línea de pobreza monetaria.
Esto significa que:
- La vejez en República Dominicana no llega con estabilidad.
- Muchos mayores no pueden retirarse por falta de ahorros o pensión.
- Son uno de los grupos más vulnerables de todo el mercado laboral.
La clase media vulnerable: a un paso de perderlo todo
El país sí logró ampliar su clase media, pero una clase media vulnerable. Es decir, personas que:
- Con una enfermedad,
- Con un accidente sin seguro,
- Con un ciclón que dañe su vivienda,
- O con el colapso de su medio de transporte,
pueden volver a la pobreza de manera inmediata.
Como señaló la conversación, un conductor de Uber que gana 60,000 pesos mensuales pierde su carro y automáticamente cae en la pobreza. Esa fragilidad genera tensiones sociales, frustración e incluso resentimiento entre clases.
El elevador social roto
Un país prospera cuando existe «elevador social», es decir, cuando la generación siguiente vive mejor que la anterior. Pero ese mecanismo hoy está roto:
- En Estados Unidos,
- En Europa,
- En América Latina,
- Y también en República Dominicana.
Los jóvenes ahora acceden más tarde a vivienda, vehículos y estabilidad. La deuda crece mientras la movilidad económica se reduce.
Educación, comprensión y habilidades: el punto más débil
El problema se agrava porque el sistema educativo está fallando en habilidades esenciales:
- Comprensión lectora,
- Pensamiento crítico,
- Habilidades transversales,
- Cultura general.
Sin estas capacidades, los dominicanos más vulnerables quedan en desventaja frente a la era de la inteligencia artificial.
La IA no eliminará empleos donde la gente sabe manejarla, sino donde la población no tiene formación para adaptarse. Y esa brecha será más profunda en los grupos vulnerables: jóvenes pobres, adultos mayores, trabajadores informales y quienes no tuvieron acceso a una educación sólida.
¿Hay avances?
Sí, pero muy leves. La calidad del empleo ha mejorado apenas de 36.1 en 2016 a 40.3 en 2024. Es un avance casi imperceptible frente al tamaño del problema histórico.
Conclusión
Los grupos de empleo más vulnerables en República Dominicana —jóvenes, adultos mayores, trabajadores informales, clase media frágil y empleados sin formación adecuada— están en un punto crítico. La precariedad salarial, el estancamiento del ascenso social, la falta de capacidades educativas fundamentales y la llegada de la inteligencia artificial podrían profundizar aún más las desigualdades.
La solución no está solo en generar empleo, sino en crear empleo de calidad, fortalecer la educación, mejorar la movilidad social y reducir la vulnerabilidad que hoy define a la mayoría de la fuerza laboral dominicana.



