París, Francia. ¿Alguna vez ha conversado con un chatbot de inteligencia artificial sobre política? Pues esa breve interacción podría estar influyendo en sus decisiones en las urnas. Dos nuevos estudios publicados simultáneamente en las prestigiosas revistas Science y Nature revelan que los asistentes conversacionales tienen la capacidad de mover la aguja de las preferencias políticas de los votantes, incluso basándose en datos inexactos.
El sorprendente poder de persuasión de la IA
Los investigadores realizaron encuestas en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Polonia, pidiendo a los participantes calificar su preferencia por ciertos candidatos en una escala de 0 a 100. Posteriormente, se introdujeron modelos de IA generativa, como GPT-4o de OpenAI y DeepSeek, programados para intentar persuadir a los votantes.
Los resultados fueron significativos:
- Impacto en EE. UU.: Algunos partidarios de Donald Trump cambiaron su opinión hacia Kamala Harris en casi cuatro puntos en la escala de 100 de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
- Influencia Extrema: En Canadá y Polonia, los cambios de opinión fueron aún más notables, con encuestados que alteraron sus preferencias hasta en 10 puntos después de dialogar con la IA.
David Rand, profesor de Ciencias de la Información en la Universidad Cornell y coautor principal de los estudios, destacó la magnitud del hallazgo:
«Cuando preguntamos a las personas cómo votarían si las elecciones fueran ese día, aproximadamente uno de cada 10 encuestados en Canadá y Polonia había cambiado de opinión.»
La clave está en la cortesía y los «datos»
Según los estudios, la táctica más efectiva empleada por los chatbots para influir en las decisiones fue una combinación de «ser educado y proporcionar pruebas». Este enfoque cortés, combinado con información detallada, pareció ser suficiente para modificar las posturas políticas de los usuarios.
Sin embargo, aquí reside la gran advertencia: los investigadores descubrieron que una pequeña proporción de los «hechos y pruebas» citados por los asistentes eran inexactos. Esto subraya el riesgo de que la IA se convierta en un vector de desinformación política, capaz de alterar el panorama electoral con argumentos falsos o sesgados.
Este fenómeno obliga a los reguladores, desarrolladores y votantes a prestar especial atención a cómo se programan y utilizan los chatbots, ya que su potencial para influir en una proporción significativa de decisiones de voto ya es un hecho comprobado.



