Manuel Peña Castro espera de pie, mientras observa cómo el fuego consume el plomo de un cargamento de baterías ya usadas, para ser revendidas como metales reciclables.

En un ambiente lúgubre, con una temperatura que oscila entre los 30C0 aproximadamente, el calor de mayo no impide la intensa labor que realiza día tras día para poder sobrevivir y alimentar una cría de tres vástagos que se sustentan con lo poco que puede extraer de una jornada, donde expone su vida, al igual que el resto de los habitantes de Haina Occidental, a la contaminación ambiental como consecuencia del plomo.



En los alrededores de este municipio Haina, se percibe un aire caliente y húmedo, el olor a plomo y el ruido caótico, típico de las ciudades de los países en desarrollo. Desde los cerros de Paraíso de Dios las chimeneas delatan un complejo industrial que se levanta imponente en las proximidades del Mar Caribe. Una empresa tras otra, como en hileras, hasta sobrepasar el centenar.

«La verdad es que después de estar un día en Haina me aburro…” dice el caballero de 40 años, con el rostro pleno de grandes gotas de sudor que se deslizan por todo su cuerpo, mientras enfrenta las llamas candentes como ejército en guardia, preparado para la batalla cargada de un aire serio, muy serio: “Necesito concluir esta tarea para llevarles algo de alimento a mi familia este día».



Peña Castro, quien anteriormente trabajaba como empleado de la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOMSA), atraviesa un momento difícil luego que la empresa aplicara una reducción de personal en su planta física: fundir metales para Peña Castro nunca estuvo en sus pensamientos. Sabe que gran parte del contagio que sufre el municipio se debe mayormente, a ese tipo de labor que se desarrolla allí.

Opiniones diversas

En la actualidad, Haina es de los municipios de la geografía nacional el más contaminado. Durante mucho tiempo, en la comunidad funcionaba una planta de reciclaje de baterías de automóvil que dejó sus secuelas tras paralizar sus funciones debido a una quiebra que sufrió.

Haina produce alrededor del 50% de la electricidad del país. También entre los años 1960 y 1970, tenía la categoría de Distrito Municipal, perteneciente a la provincia de San Cristóbal. En 1981, fue elevada a la categoría de municipio junto a Yaguate y Cambita Garabitos, los cuales anteriormente eran secciones de dicho territorio.

Aquí también se encuentra uno de los puertos más importante del territorio nacional, que en el año 2002 registró operaciones de mercancías de 10,4 millones de toneladas, equivalente al 65 por ciento del movimiento total de República Dominicana.

A juicio de Peña Castro, Ferlosio Contreras, su más cercano vecino, ha sido de los que mayores éxitos ha tenido en el negocio de compra y venta de metales en tan solo un año.

Recuerda que cuando Contreras llegó al lugar sus ojos se achicaron en expresión de asombro, al ver la gran cantidad de plomo que en ese momento derretía el fuego.

El inicio de esta constelación de usinas se remonta a los años 70, cuando el gobierno empujó una ley de promoción industrial que favorecía el desarrollo del sector y, con esa pujanza, también llegó la contaminación hoy inmanejable.

“El gran problema no son solo las industrias, sino que cuando se instalaron esas empresas, las leyes de Medio Ambiente eran muy débiles”, dice Manuel Peña, completamente abstraído de lo que a su comentario se añadiría.

Un hombre con ínfulas machistas y trabajador de una empresa cercana “autónoma”, cuyo nombre no desea dar, interviene: “ahora solo basta con tener un funcionario como cachanchán y todo te sale bien”.

A la conversación se suma una reportera que se encontraba en el lugar cubriendo una actividad empresarial y que labora para uno de los canales del monopolio: “Y por si no fuera poco ahora, por decir la verdad, te tachan de ¨lambiscón¨. Hay que ocultar la verdad”.

Siga leyendo el reportaje de periodista Arianny F. Suero Gómez del periódico Dominicanoshoy.com aquí