Parecería un cuento de hadas, o una historia fuera de contexto, pero todo indica que la República Dominicana se encamina a la instauración de una dictadura de partido, la cual estaría siendo dirigida por un caudillo letrado, que bajo la apariencia de líder bonachón, ha ido acaparando todos los poderes públicos y poniendo a guiar estos, en torno a su persona.



Cuando el actual presidente de la República Dominicana abandone el poder formal, se llevará a su casa y su fundación, el poder político real del país.

En estos últimos años de su mandato, se ha asegurado de control del congreso, ha nombrado a los integrantes de la Cámara de Cuentas, a los miembros de las altas cortes judiciales, ha profundizado su control sobre las fuerzas armadas, nombró a su voluntad los jueces de la Junta Central Electoral, impuso a su mujer como candidata a la vicepresidencia por su partido y controla parte importante de la llamada opinión pública.



Bajo estas premisas, le será muy difícil al futuro presidente de la república , tener la libertad de acción y movimiento para ejecutar un plan de gobierno, si antes no decide consultar con el nuevo perínclito de Villa Juana.

El ajedrez político de nuestro próximo monarca, apunta a su regreso físico al trono de Quisqueya para el año 2016, en ese espacio de tiempo ya habrá liquidado a Danilo Medina, como oposición interna dentro del PLD, y luego como dueño absoluto de éste, organizar un reinado tranquilo para él y su séquito de turiferarios del poder.

Para lograr estos objetivos, Leonel cuenta con varios factores a su favor, entre ellos un PRD desacreditado, dividido, e infiltrado por un enorme caballo de Troya, y sin un discurso de cambio que sea creíble para gran parte del país.

Cuenta también con una opinión pública, que ha sido vulnerada y disminuida como contrapeso democrático, por la inyección de los recursos del poder, llevando esto a que se creen realidades artificiales sobre el funcionamiento del país, que chocan frontalmente con las experiencias de vida de aquellos ciudadanos que no viven de la repartición de prebendas del erario público, a cuyas experiencias el primer mandatario ha llamado ‘’percepciones equivocadas de la realidad’’.

Si unimos estos factores a una llamada sociedad civil con liderazgo fraccionado y sectorizado, que no ha podido influir sobre las decisiones que los políticos toman sobre el futuro de la nación, al haberse contaminado con apoyos coyunturales a la clase política que se disputa el poder.

De los llamados movimientos sociales, es muy poco el poder de convocatoria que queda de ellos, debido a que no supieron plantear a tiempo salidas políticas a sus típicas demandas territoriales, convirtiéndose en simple pie de amigo del principal partido de oposición de turno, y no crear así las bases de sembrar en la conciencia de la gente un tipo de gobierno alternativo al PLD ,PRD.

Todo esto deja expedito el camino a la coronación de Leonel Fernández, como emperador del país.

Opinión redactada por Jackson Pichardo comunicador dominicano residente en la ciudad de Nueva York.